Título: Robin Hood
Año: 2.010/ 140'/ EE.UU.
Dirección: Ridley Scott
Guion: Brian Helgeland
Música: Marc Streintenfeld
Fotografía John Mathieson
Reparto: Russell Crowe, Cate Blanchett, William Hurt, Max von Sydow, Mark Strong, Danny Huston, Oscar Isaac, Matthew Macfadyen, Lea Seydoux, Eileen Atkins, Mark Addy, Kevin Duran, Scott Grimes, Douglas Hodge, Alan Doyle, Robert Pugh, Gerard McSorley, Denis Menochet
Tengo un respeto reverencial por Ridley Scott, ese respeto lo profeso por todas sus películas hechas antes del año 1992. Ese respeto hace que considere sus películas desde otra perspectiva, todos hemos visto lo que Ridley es capaz de hacer, por eso no se comprende que en los últimos años haya hecho cosas tan mediocres. Se necesita ser escrupulosamente sincero para ser fieles a ese respeto.
Y para ser sinceros el Robin de Ridley Scott es tremendamente mejorable.
Parece que ante la crisis de guiones que azota al mundo occidental, muchos se han propuesto dar dos o tres vueltas de tuerca a caminos ya trillados. Si hablamos de Alicia, por qué no imaginar cómo sería nuestra heroína pasados diez años, si hablamos de Robin, por qué no plantearnos sus idas y venidas antes de ser Robin, allá cuando se llamaba Robert Longstride en vez de Robin Hood.
Y el resultado es una pifia de tamaño considerable. Porque se juega a cosas que no tocan. No toca convertir a Marion en una devora hombres un tanto machona y pendenciera que juega un papel liberador de la femeneidad cuando no es el momento. Por cierto que alguien debe explicarme por qué a Cate Blanchett le siguen ofreciendo papeles. La cosa empieza a ser tan surrealista que es la propia Marion quien descubre a los hombre felices de Sherwood, como para hacérselo ver.
Tampoco toca que Robin sea Russell Crowe porque hace demasiado poco que hemos visto los mismos tics y los mismos gestos y el mismo tono de voz y la misma parquedaz en un gladiador. Me imagino que si toca dar vida a un travesti marciano que invade la tierra, Russell Crowe le daría el mismo registro.
Menos toca hacernos creer que el padre de Robin fue el fundador de la lucha por los Derechos Humanos y de la jornada laboral de treinta horas y que por eso su hijo es el adalid de los partidos políticos modernos tal y como se conocen, además del precursor de la lucha por la libre expresión de la sexualidad.
La historia tiene tan poca chicha que los personajes seculares que acompañan a Robin quedan hechos unos guiñapos.
La mezcla de géneros con profusión de épica queda en nada porque nada hay detrás de tanto minuto superfluo e inútil excepto para llenar salas de cine.
Pero el problema es que ha quedado demostrado, ya hace tiempo, que para llenar salas de cine no hace falta cine, hace falta una buena campaña publicitaria.
Mucho público quiere ir a ver Avatar o Robin o la que toque porque la han visto hasta la saciedad en todos los medios que conforman su personalidad y su criterio, pero no la eligen porque esperan o creen que aquello va de cine. La mayoría ni sabrá que Ridley Scott ha firmado, entre otras muchas cosas, Blade Runner.
Puestas así las cosas, quizás lo que yo diga aquí no sean más que tonterías porque poco se puede escribir de este Robin Hood si es que hablamos de cine. Mejor hablar de economía.
Lo mejor: Max von Sydow
Lo peor: Cate Blanchett
No recomendable