Título: The Edukators (Los Edukadores)
Año: 2.005/127' Alemania
Dirección: Hans Weingartner
Guión: Katharina Held & Hans Weingartner
Música: Andreas Wodraschke
Fotografía: Matthias Schellenberg & Daniela Knapp
Reparto: Daniel Brühl, Julia Jentsch, Stipe Erceg, Burghart Klaussner.
Lejos de los debates ideológicos que la película del joven director alemán Hans Weingartner ha suscitado, esta película puede y debe ser abordada desde una perspectiva cinematográfica más que política. Es evidente que el guión escrito por el propio director con ayuda de Katharina Held tiene intenciones poíticas evidentes pero el formato elegido para que el mensaje se difundiera es el del cine y como tal hay que analizarlo.
Para mí, en primer lugar, supone un reencuentro con el Daniel Brühl de Good Bye, Lenin! (Wolfgang Becker, 2.003) olvidándose de su flojo trabajo en la floja película de Manuel Huergas, Salvador (2.006). Bien secundado por un excelente trío de actores, esta especie de obra de teatro, alcanza interés por, en primer lugar, el trabajo que los mismos han llevado a cabo.
Otra cosa diferente es la de un guión que abarca mucho y aprieta poco. Existen dos partes claramente diferenciadas, la primera de ellas está más conseguida y finalizada. Rezuma cierta originalidad y un buen trazo de los personajes que se asoman cargados de personalidad en sus diálogos y en sus acciones. Cosa muy distinta es la segunda, los personajes que antes se hacían creíbles, son ahora parodias o caricaturas de otros de los que todo el mundo sabe algo porque todo el mundo sabe lo que ha sido mayo del 68.
La segunda parte de la película, más cercana al formato teatro rebaja mucho el interés porque a los diálogos se les apaga la vida. Y es, a mi entender, un problema de querer hablar de muchas cosas. Desde la situación del mundo, a los cambios generacionales, desde la sexualidad a la fidelidad pasando por la amistad. Una compleja maraña de intereses y temas que necesita mayor acierto para que siga sonando la originalidad que alcanzó la orquesta en la primera media hora de largo. Decir cuatro vaguedades sobre cada uno de los temas no deja más que una sensación de improvisación y de caricaturización que parece no ser la intención del metraje.
Por otra parte, la indefinición general no ayuda a concretar cuál es la apuesta de los personajes por cada uno de los temas que se va abriendo.
Una verdadera pena cuando nos las prometíamos tan felices allá por el minuto treinta. Aunque hay que poner en el haber de esta segunda parte una buena fotografía además de que se mantiene el buen papel de los actores.
Lo mejor: Los actores con Daniel Brühl a la cabeza.
Lo peor: Un guión mal concebido con dos partes tremendamente descompensadas.
Ligeramente recomendable.
Para mí, en primer lugar, supone un reencuentro con el Daniel Brühl de Good Bye, Lenin! (Wolfgang Becker, 2.003) olvidándose de su flojo trabajo en la floja película de Manuel Huergas, Salvador (2.006). Bien secundado por un excelente trío de actores, esta especie de obra de teatro, alcanza interés por, en primer lugar, el trabajo que los mismos han llevado a cabo.
Otra cosa diferente es la de un guión que abarca mucho y aprieta poco. Existen dos partes claramente diferenciadas, la primera de ellas está más conseguida y finalizada. Rezuma cierta originalidad y un buen trazo de los personajes que se asoman cargados de personalidad en sus diálogos y en sus acciones. Cosa muy distinta es la segunda, los personajes que antes se hacían creíbles, son ahora parodias o caricaturas de otros de los que todo el mundo sabe algo porque todo el mundo sabe lo que ha sido mayo del 68.
La segunda parte de la película, más cercana al formato teatro rebaja mucho el interés porque a los diálogos se les apaga la vida. Y es, a mi entender, un problema de querer hablar de muchas cosas. Desde la situación del mundo, a los cambios generacionales, desde la sexualidad a la fidelidad pasando por la amistad. Una compleja maraña de intereses y temas que necesita mayor acierto para que siga sonando la originalidad que alcanzó la orquesta en la primera media hora de largo. Decir cuatro vaguedades sobre cada uno de los temas no deja más que una sensación de improvisación y de caricaturización que parece no ser la intención del metraje.
Por otra parte, la indefinición general no ayuda a concretar cuál es la apuesta de los personajes por cada uno de los temas que se va abriendo.
Una verdadera pena cuando nos las prometíamos tan felices allá por el minuto treinta. Aunque hay que poner en el haber de esta segunda parte una buena fotografía además de que se mantiene el buen papel de los actores.
Lo mejor: Los actores con Daniel Brühl a la cabeza.
Lo peor: Un guión mal concebido con dos partes tremendamente descompensadas.
Ligeramente recomendable.