Título: Mademoiselle Chambon
Año: 2.009/ 101'/ Francia
Dirección: Stéphane Brizé
Guion: Stéphane Brizé, Florence Vignon
Música: Ange Ghinozzi
Fotografía: Antoine Héberlé
Reparto: Vincent Lindon, Aure Atika, Sandrine Kiberlain, Bruno Lochet, Jean-Marc Thibault, Michelle Goddet, Anne Houdy, Arthur Le Houérou
De las películas que he visto recientemente la más interesante ha venido de Francia, lo que no deja de ser una sorpresa. Excepto la filmografía de Audiard, no he podido disfrutar mucho con las últimas películas que he visto venidas de ese país.
Mademoiselle Chambon es un ejercicio intimista con altibajos en el que predominan los altos sobre los bajos.
Es arriesgado y difícil de contar el despertar estético y sentimental en una persona cuya educación y trabajo parecen ir encaminados a negar dichos valores más que a cultivarlos.
Tan difícil que el guion y el director parecen optar por momentos en que sea la cámara quien informe de lo que no parece poder decirse con palabras. Y por ahí se nos cuelan los peores defectos de la cinta, no se acaba de conseguir transmitir lo más importante del largo que es cómo el arte y el sentimiento transforman a las personas. La actriz que encarna a mademoiselle, Sandrine Kiberlain, no transmite más que un hueco manierismo ante la cámara esperando que con su sola presencia comprendamos que los valores estéticos le sobrecogen a uno, y la verdad es que no resulta suficiente. Hacen falta más acciones en esas secuencias para que el mensaje quede plasmado como algo consistente más que como una simple apuesta.
Sin embargo Vincent Lindon parece mucho más contundente a la hora de hacernos sentir las emociones que su personaje sufre. Sus silencios tienen mayor tensión y sus acciones más sentidos que más allá de la depresión que parece sufrir la buena de la maestra.
Lindon ejecuta un papel muy complejo con buenas dosis de un ejercicio a medio camino entre clichés. Su físico ayuda mucho a encarnar al personaje.
En cuanto al guion, insisto, es interesante pero se ha detenido cansinamente, en algunos momentos de la historia que quizás no merecían la pena obviando otros que nos hubiera gustado disfrutar.
El goce estético que hace despertar los sentimientos también parece ser tratado con premura y los momentos de violín parecen insuficientes y torpemente resueltos.
No obstante hay un tono general de dignidad y buen oficio en toda la producción.
Lo mejor: Lindon
Lo peor: Kiberlain
Interesante.
Mademoiselle Chambon es un ejercicio intimista con altibajos en el que predominan los altos sobre los bajos.
Es arriesgado y difícil de contar el despertar estético y sentimental en una persona cuya educación y trabajo parecen ir encaminados a negar dichos valores más que a cultivarlos.
Tan difícil que el guion y el director parecen optar por momentos en que sea la cámara quien informe de lo que no parece poder decirse con palabras. Y por ahí se nos cuelan los peores defectos de la cinta, no se acaba de conseguir transmitir lo más importante del largo que es cómo el arte y el sentimiento transforman a las personas. La actriz que encarna a mademoiselle, Sandrine Kiberlain, no transmite más que un hueco manierismo ante la cámara esperando que con su sola presencia comprendamos que los valores estéticos le sobrecogen a uno, y la verdad es que no resulta suficiente. Hacen falta más acciones en esas secuencias para que el mensaje quede plasmado como algo consistente más que como una simple apuesta.
Sin embargo Vincent Lindon parece mucho más contundente a la hora de hacernos sentir las emociones que su personaje sufre. Sus silencios tienen mayor tensión y sus acciones más sentidos que más allá de la depresión que parece sufrir la buena de la maestra.
Lindon ejecuta un papel muy complejo con buenas dosis de un ejercicio a medio camino entre clichés. Su físico ayuda mucho a encarnar al personaje.
En cuanto al guion, insisto, es interesante pero se ha detenido cansinamente, en algunos momentos de la historia que quizás no merecían la pena obviando otros que nos hubiera gustado disfrutar.
El goce estético que hace despertar los sentimientos también parece ser tratado con premura y los momentos de violín parecen insuficientes y torpemente resueltos.
No obstante hay un tono general de dignidad y buen oficio en toda la producción.
Lo mejor: Lindon
Lo peor: Kiberlain
Interesante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario