Título: La migliore offerta (La mejor oferta)
Año: 2.013/104'/ Italia
Dirección: Giuseppe Tornatore
Guion: Giuseppe Tornatore
Música: Ennio Morricone
Fotografía: Fabio Zamarion
Reparto: Geoffrey Rush, Jim Sturgess, Sylvia Hoeks, Donald Sutherland, Philip Jackson, Dermot Crowley, Liya Kebede, Kiruna Stamell
Enmascarada en una superficial delicadeza, presentada bajo el oropel del buen gusto, se presenta esta película de Tornatore que no llega a conmover más que en los planos en los que la pintura adquiere el protagonismo absoluto junto con algunas notas de la banda sonora de Morricone.
Es en esos pocos momentos en los que la cámara dice algo del cine de este director. Pero se estropea por un guion confuso, por momentos absurdo.
A partir del primer cambio en la línea fijada por el guion, la película se estropea y acaba afeando y destruyendo lo que persigue, tanto es así, que aquello que sonaba a poesía, acaba convirtiéndose en una especie de recurso para tapar los graves defectos de esta película.
Pero para sintetizar el quiero y no puedo del metraje, qué mejor que fijarse en la actuación de una desacertada Sylvia Hoeks cuyo atolondrado trabajo no es digno de una cinta que persigue las cotas que esta pretende.
Si algo es salvable de esta especie de pesadilla sensiblera es el trabajo de Geoffrey Rush, sin él todo esto hubiera sido peor.
Se podría hacer algo mucho menos pedante y pretencioso, y sobre todo, con un guion mucho mejor, para mostrar que el declive físico de un hombre no tiene por qué estar reñido con el enamoramiento y el buen gusto, pero ese mensaje, tan válido como casi cualquiera pasa desapercibido por el desastre del guion.
Lo mejor: Geoffrey Rush
Lo peor: Sylvia Hoeks, el guion
No recomendable
A partir del primer cambio en la línea fijada por el guion, la película se estropea y acaba afeando y destruyendo lo que persigue, tanto es así, que aquello que sonaba a poesía, acaba convirtiéndose en una especie de recurso para tapar los graves defectos de esta película.
Pero para sintetizar el quiero y no puedo del metraje, qué mejor que fijarse en la actuación de una desacertada Sylvia Hoeks cuyo atolondrado trabajo no es digno de una cinta que persigue las cotas que esta pretende.
Si algo es salvable de esta especie de pesadilla sensiblera es el trabajo de Geoffrey Rush, sin él todo esto hubiera sido peor.
Se podría hacer algo mucho menos pedante y pretencioso, y sobre todo, con un guion mucho mejor, para mostrar que el declive físico de un hombre no tiene por qué estar reñido con el enamoramiento y el buen gusto, pero ese mensaje, tan válido como casi cualquiera pasa desapercibido por el desastre del guion.
Lo mejor: Geoffrey Rush
Lo peor: Sylvia Hoeks, el guion
No recomendable
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