Título: We Own The Night (La Noche Es Nuestra)
Año: 2.007/ 117' USA
Dirección James Gray
Guión: James Gray
Música: Wojciech Kilar
Fotografía: Joaquín Baca-Asay
Reparto: Joaquim Phoenix, Mark Wahlberg, Robert Duvall, Eva Mendes
James Gray vuelve a trabajar con dos de sus actores favoritos, Mark Wahlberg y Joaquim Phoenix. En el inicio, estaba previsto que Christopher Walken hiciese el papel del padre de ambos pero ha sido al final otro excelente actor como Robert Duvall el que interpretase al oficial Grusinsky.
Por suerte, los actores que trabajan en este largo de James Gray son buenos y eso enmascara un guión no hilado de una forma especialmente atractiva. Se dispara para muchos sitios y eso es un problema serio porque ninguna de las apuestas acaba por ser coherentemente cerrada en el guión del propio realizador. En primer lugar la apuesta por mostrarnos problemas familiares queda puerilmente cerrada convirtiendo a uno de los polos, un gran Joaquim Phoenix como Robert Green, en un aprendiz de Harry el sucio movido por la venganza. No se acaba de dar una buena salida a la trama principal, una historia de drogas que sirve de homenaje a una unidad especial de la Policía de Nueva York disuelta en el 2.002 y cuya divisa da nombre a la película. Las prisas y el efectivismo ganan terreno al buen hacer.
No se cierra la historia de una relación de pareja donde Eva Mendes/Amada Juárez hace lo que puede con lo que le ha tocado. Pero, si al principio parecía interesante el debate entre ella y su novio, acaba toda reflexión de forma abrupta y atropellada.
Como colofón se ofrece un cierre del largo que pone los pelos de punta en cuanto a justificación del ojo por ojo y el diente por diente. La idea de que la policía puede hacer lo que sea y cuando sea siempre que el malo de turno se lo merezca es apoyada con la sensación de que la única justificación es la taquilla americana.
El maniqueísmo simplista del guión se lleva por delante el buen hacer de unos actores que nos habrían brindado un gran cesto con otros mimbres.
Lo mejor: Los actores, en especial Robert Duvall y Joaquim Phoenix
Lo peor: El guión
Escasamente recomendable.
Por suerte, los actores que trabajan en este largo de James Gray son buenos y eso enmascara un guión no hilado de una forma especialmente atractiva. Se dispara para muchos sitios y eso es un problema serio porque ninguna de las apuestas acaba por ser coherentemente cerrada en el guión del propio realizador. En primer lugar la apuesta por mostrarnos problemas familiares queda puerilmente cerrada convirtiendo a uno de los polos, un gran Joaquim Phoenix como Robert Green, en un aprendiz de Harry el sucio movido por la venganza. No se acaba de dar una buena salida a la trama principal, una historia de drogas que sirve de homenaje a una unidad especial de la Policía de Nueva York disuelta en el 2.002 y cuya divisa da nombre a la película. Las prisas y el efectivismo ganan terreno al buen hacer.
No se cierra la historia de una relación de pareja donde Eva Mendes/Amada Juárez hace lo que puede con lo que le ha tocado. Pero, si al principio parecía interesante el debate entre ella y su novio, acaba toda reflexión de forma abrupta y atropellada.
Como colofón se ofrece un cierre del largo que pone los pelos de punta en cuanto a justificación del ojo por ojo y el diente por diente. La idea de que la policía puede hacer lo que sea y cuando sea siempre que el malo de turno se lo merezca es apoyada con la sensación de que la única justificación es la taquilla americana.
El maniqueísmo simplista del guión se lleva por delante el buen hacer de unos actores que nos habrían brindado un gran cesto con otros mimbres.
Lo mejor: Los actores, en especial Robert Duvall y Joaquim Phoenix
Lo peor: El guión
Escasamente recomendable.
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