Título: Clean
Año: 2.004/ 110'/ Francia
Dirección: Olivier Assayas
Guión: Olivier Assayas
Música: Brian Eno
Fotografía: Eric Gautier
Reparto: Maggie Cheung, Béatrice Dalle, Nick Nolte, Don McKellar
Olivier Assayas tiene una interesante carrera con un lenguaje personal a la hora de contar sus historias. En esta ocasión cuenta con un plantel de actores sobre los que destacan los dos protagonistas principales, una notable Maggie Cheung y un muy buen Nick Nolte haciendo lo que mejor sabe hacer, papeles dramáticos.
La película cuenta un aspecto diferente en las historias de papeles autodestructivos, aquí no se trata de contar su descenso a los infiernos sino más bien su regreso desde los infiernos. Pocos han sido los personajes en la literatura que han venido de regreso del lado más oscuro y, normalmente, hay tintes paranormales o divinos en todos ellos, empezando por Dionisos, el dios griego. El grave problema que tiene el guión es el de despertar el interés del espectador por una historia en la que el personaje principal no contiene virtudes buenas o malas que nos puedan interesar. Más allá de contarnos, de modo sucinto y ligero, la destrucción de un modo de vida, la de las estrellas del rock de los ochenta, el film de Assayas no encuentra el lugar para la emoción más allá de un par de metáforas acertadas.
Después de que la tragedia está servida, el guión de Assayas camina por terrenos peligrosos en los que el toque folletinesco prevalece sobre la construcción de los personajes, planos y sin mayor interés. El metraje se hace largo porque existe una pseudorreflexión que no alcanza justificación ni en lo que vemos ni en lo que oímos, por mucho que se eche mano de Tricky para un par de escenas.
La mayor parte del metraje intermedio, sobre todo el anterior al clímax del film, no es más que una galería de personajes que se apuñalan libremente y por la espalda a la menor ocasión. Hacer tal lectura del mundo de la industria musical no debe ser ni justo ni ponderado.
Las mentiras sin fin de la protagonista y su frialdad no despiertan mucha simpatía y la alejan de la posibilidad razonable de ese despertar gracias a la maternidad. Dicha catarsis no tiene tampoco mucho interés más que la resolución de los conflictos de forma fácil y rápida a costa de caer en tópicos y en valores trasnochados. Falta reflexión y falta carnalidad a los personajes que más parecen arquetipos puestos a las órdenes del guión que verdaderas estructuras que construyen el guión.
Por suerte, Maggie Cheung y Nick Nolte hacen más soportable de lo que debería a este guión con un punto de falsedad imperdonable.
La banda sonora de Brian Eno esconde la misma teatralidad insulsa y carente de emociones.
Lo mejor: Nick Nolte y Maggie Cheung
Lo peor: El guión, la banda sonora.
Justita
La película cuenta un aspecto diferente en las historias de papeles autodestructivos, aquí no se trata de contar su descenso a los infiernos sino más bien su regreso desde los infiernos. Pocos han sido los personajes en la literatura que han venido de regreso del lado más oscuro y, normalmente, hay tintes paranormales o divinos en todos ellos, empezando por Dionisos, el dios griego. El grave problema que tiene el guión es el de despertar el interés del espectador por una historia en la que el personaje principal no contiene virtudes buenas o malas que nos puedan interesar. Más allá de contarnos, de modo sucinto y ligero, la destrucción de un modo de vida, la de las estrellas del rock de los ochenta, el film de Assayas no encuentra el lugar para la emoción más allá de un par de metáforas acertadas.
Después de que la tragedia está servida, el guión de Assayas camina por terrenos peligrosos en los que el toque folletinesco prevalece sobre la construcción de los personajes, planos y sin mayor interés. El metraje se hace largo porque existe una pseudorreflexión que no alcanza justificación ni en lo que vemos ni en lo que oímos, por mucho que se eche mano de Tricky para un par de escenas.
La mayor parte del metraje intermedio, sobre todo el anterior al clímax del film, no es más que una galería de personajes que se apuñalan libremente y por la espalda a la menor ocasión. Hacer tal lectura del mundo de la industria musical no debe ser ni justo ni ponderado.
Las mentiras sin fin de la protagonista y su frialdad no despiertan mucha simpatía y la alejan de la posibilidad razonable de ese despertar gracias a la maternidad. Dicha catarsis no tiene tampoco mucho interés más que la resolución de los conflictos de forma fácil y rápida a costa de caer en tópicos y en valores trasnochados. Falta reflexión y falta carnalidad a los personajes que más parecen arquetipos puestos a las órdenes del guión que verdaderas estructuras que construyen el guión.
Por suerte, Maggie Cheung y Nick Nolte hacen más soportable de lo que debería a este guión con un punto de falsedad imperdonable.
La banda sonora de Brian Eno esconde la misma teatralidad insulsa y carente de emociones.
Lo mejor: Nick Nolte y Maggie Cheung
Lo peor: El guión, la banda sonora.
Justita
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