Título: Cold Souls
Año: 2.009/ 97'/ USA
Dirección: Sophie Barthes
Guión: Sophie Barthes
Música: Dickon Hinchliffe
Fotografía: Andrij Parekh
Reparto: Paul Giamatti, Dina Korzun, David Strathairn, Emily Watson
Explora esta cinta caminos un tanto parecidos a Being John Malkovich de Spike Jonze 1.999, la originalidad del guión de Kaufman nos ponía sobre la pista de una reflexión que consistía en vivir la vida de otro. En Cold Souls los presupuestos son bastante parecidos porque nos atenemos a un brillante arranque que nos propone la posibilidad de cambiar de alma y, por tanto, ver la vida a través de los ojos de otro.
El problema es que esa idea matriz del guión que promete y mucho en los primeros veinte minutos de metraje, queda un tanto huérfana y descarriada porque se ha optado por el surrealismo más que por la introspección psicológica o antropológica del relato.
Existen mayores alicientes en el trabajo de Barthes más allá del propio guión. La actuación de Paul Giamatti nos recuerda a otros grandes papeles suyos y con ella da mayor peso y consistencia a una historia que amaga pero no pega.
Es el único personaje que merece la pena investigar porque el resto pulula a su alrededor y lo único que aportan son problemas en vez de soluciones, algunos de forma desafortunada como el protagonizado por una perdida Emily Watson en su papel de Claire.
Es una pena porque los guiones de exploración de la identidad han dado algunas películas más que interesantes y, como la mayoria de ellas se han decantado por la ciencia ficción, las que lo han hecho desde lo cotidiano siempre son sorpresivas.
Poder cambiar de alma como quien muda de camisa es un inicio narrativo interesante, el hecho de que los sucesivos cambios dejen un poso en la propia alma también es un elemento de la historia que se debería haber explorado. El grave problema es que los personajes no parecen variar lo más mínimo a pesar de lo que dice el guión y tanto da que estuvieran buscando un alma o plutonio enriquecido, porque no acabamos de casar los personajes con la historia por mucho que nos esforcemos.
Las referencias filosóficas cartesianas al inicio de la película y en la escena en la que se extrae la glándula pineal no tienen mucha mayor significación que el envoltorio del largo. El problema de la libertad, de la dualidad, de la posibilidad de la moral o de la posibilidad de conocimiento son pasados por alto aquí ofreciéndonos más bien las consecuencias problemáticas que el tema ocasiona en un alter ego esquizoide de Woody Allen.
Lo mejor: Paul Giamatti
Lo peor: Emily Watson y el poco riesgo del guión
Pasable tirando a floja
El problema es que esa idea matriz del guión que promete y mucho en los primeros veinte minutos de metraje, queda un tanto huérfana y descarriada porque se ha optado por el surrealismo más que por la introspección psicológica o antropológica del relato.
Existen mayores alicientes en el trabajo de Barthes más allá del propio guión. La actuación de Paul Giamatti nos recuerda a otros grandes papeles suyos y con ella da mayor peso y consistencia a una historia que amaga pero no pega.
Es el único personaje que merece la pena investigar porque el resto pulula a su alrededor y lo único que aportan son problemas en vez de soluciones, algunos de forma desafortunada como el protagonizado por una perdida Emily Watson en su papel de Claire.
Es una pena porque los guiones de exploración de la identidad han dado algunas películas más que interesantes y, como la mayoria de ellas se han decantado por la ciencia ficción, las que lo han hecho desde lo cotidiano siempre son sorpresivas.
Poder cambiar de alma como quien muda de camisa es un inicio narrativo interesante, el hecho de que los sucesivos cambios dejen un poso en la propia alma también es un elemento de la historia que se debería haber explorado. El grave problema es que los personajes no parecen variar lo más mínimo a pesar de lo que dice el guión y tanto da que estuvieran buscando un alma o plutonio enriquecido, porque no acabamos de casar los personajes con la historia por mucho que nos esforcemos.
Las referencias filosóficas cartesianas al inicio de la película y en la escena en la que se extrae la glándula pineal no tienen mucha mayor significación que el envoltorio del largo. El problema de la libertad, de la dualidad, de la posibilidad de la moral o de la posibilidad de conocimiento son pasados por alto aquí ofreciéndonos más bien las consecuencias problemáticas que el tema ocasiona en un alter ego esquizoide de Woody Allen.
Lo mejor: Paul Giamatti
Lo peor: Emily Watson y el poco riesgo del guión
Pasable tirando a floja
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