Título: Entre les Murs (La Clase)
Año: 2.008/ 128' Francia
Dirección: Laurent Cantet
Guión: François Bégaudeau, Robin Campillo, Laurent Cantet (Libro: François Bégaudeau)
Música: Varios
Fotografía: Pierre Milon
Reparto: François Bégaudeau, Nassim Ambrat, Laura Baquela, Julliet Demaille
Existe una buena cantidad de películas que tratan el tema de los conflictos de aula, desde la pésima Dangerous Minds (Mentes peligrosas/1.995/ John N. Smith) hasta, mucho más atrás, To sir, with love (Rebelión en las aulas/ James Clavell/ 1.967) o la actual Freedom Writers (Diarios de la Calle/ Richard LaGravanese / 2.007). Entre les murs tiene una cuidada ambientación de lo que puede ser hoy en día un Instituto de Secundaria del cinturón de cualquier gran ciudad. Y eso es algo que hace destacar a la película por encima de muchas otras que tocan la misma temática.
La culpa de ese logro es, en primer lugar, del guionista que, además de ser el actor principal de la propia película, es profesor de Instituto y, en segundo lugar, de haber elegido actores no profesionales que son verdaderos alumnos.
La cinta ha comenzado su recorrido con gran éxito al haber ganado la Palma de Oro en Cannes el año pasado 2.008, ser nominada a una buena cantidad de premios de la Academia francesa y, también nominada, al Óscar a la mejor película de habla no inglesa.
Hay que decir que en los César fracasó y que tampoco consiguió el Óscar.
La película, pese a sus aciertos, tiene un grave error y es haberse quedado, sólo, en una buena descripción de un Instituto, pero no en haber ahondado realmente en lo que es el drama actual de la enseñanza.
Los profesores han pasado a estar criticados por alumnos y padres en función de las notas que ponen, pero no en función de otros factores mucho más importantes. Las asignaturas han perdido mucho peso e importancia porque los currículos han perdido entidad a marchas forzadas. Los alumnos vienen mal preparados porque muchos maestros y profesores son malos, y porque las familias no se implican en la educación de sus hijos. A la sociedad no le preocupa seriamente el futuro intelectual de las nuevas generaciones y, por último, las leyes de educación sucesivas han ido estropeando lo poco de bueno que había porque están paridas por personas que tienen poca idea de lo que es un aula.
Y ésta es la verdadera pega de la película, lo que la convierte en poco convincente. Los alumnos acaban siendo corderitos que no optan por las soluciones por las que realmente se decantan en la realidad. En el mundo real, los alumnos (en gran mayoría) optan por el pasotismo y por la indisciplina, en cambio, en la película, hasta leen libros que muchos profesores ni han abierto. Verdadera ciencia ficción. Ya les gustaría a muchos profesores tener alumnos así. De ese modo la educación no estaría como está, muerta.
Lo mejor: La naturalidad de la interpretación de los secundarios. Buena ambientación.
Lo peor: Un guión muy tramposo que busca premios pero no realismo.
Recomendable verla para hacerse una idea de los que es, actualmente, un Instituto.
La culpa de ese logro es, en primer lugar, del guionista que, además de ser el actor principal de la propia película, es profesor de Instituto y, en segundo lugar, de haber elegido actores no profesionales que son verdaderos alumnos.
La cinta ha comenzado su recorrido con gran éxito al haber ganado la Palma de Oro en Cannes el año pasado 2.008, ser nominada a una buena cantidad de premios de la Academia francesa y, también nominada, al Óscar a la mejor película de habla no inglesa.
Hay que decir que en los César fracasó y que tampoco consiguió el Óscar.
La película, pese a sus aciertos, tiene un grave error y es haberse quedado, sólo, en una buena descripción de un Instituto, pero no en haber ahondado realmente en lo que es el drama actual de la enseñanza.
Los profesores han pasado a estar criticados por alumnos y padres en función de las notas que ponen, pero no en función de otros factores mucho más importantes. Las asignaturas han perdido mucho peso e importancia porque los currículos han perdido entidad a marchas forzadas. Los alumnos vienen mal preparados porque muchos maestros y profesores son malos, y porque las familias no se implican en la educación de sus hijos. A la sociedad no le preocupa seriamente el futuro intelectual de las nuevas generaciones y, por último, las leyes de educación sucesivas han ido estropeando lo poco de bueno que había porque están paridas por personas que tienen poca idea de lo que es un aula.
Y ésta es la verdadera pega de la película, lo que la convierte en poco convincente. Los alumnos acaban siendo corderitos que no optan por las soluciones por las que realmente se decantan en la realidad. En el mundo real, los alumnos (en gran mayoría) optan por el pasotismo y por la indisciplina, en cambio, en la película, hasta leen libros que muchos profesores ni han abierto. Verdadera ciencia ficción. Ya les gustaría a muchos profesores tener alumnos así. De ese modo la educación no estaría como está, muerta.
Lo mejor: La naturalidad de la interpretación de los secundarios. Buena ambientación.
Lo peor: Un guión muy tramposo que busca premios pero no realismo.
Recomendable verla para hacerse una idea de los que es, actualmente, un Instituto.
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