Título: Waitress
Año: 2.007/104'/ EE.UU.
Dirección: Adrienne Shelly
Guión: Adrienne Shelly
Música: Andrew Hollander
Fotografía: Matthew Irving
Reparto: Keri Russell, Nathan Fillion, Cheryl Hines, Adrienne Shelly
Adrienne Shelly no ha tenido una gran carrera como directora hasta la fecha en la que fue asesinada, al parecer, por una discusión con un obrero a causa de los ruidos que producían las obras que ejecutaba el segundo. Como actriz siempre será recordada por The Unbelievable Truth (La Increíble Verdad/ Hal Hartley/ 1.989). Pero, al margen del trágico final de la actriz/directora, Waitress puede ser valorada con independencia de esos hechos.
Esta cinta intenta contarnos la vida de una mujer luchadora que se encuentra en la encrucijada de su vida. Tiene que optar entre dos actitudes, una más conservadora, la otra más arriesgada. Las elecciones que va tomando van caracterizando el personaje y su forma de ver la vida.
Hay muchas directoras y guionistas, lo decía el otro día a propósito de la película de Jill Sprecher Thirteen Conversations About One Thing (Vidas Contadas/2.002), que tienden a llevar a las pantallas historias contadas desde la óptica de las mujeres. En un esfuerzo por desterrar el punto de vista masculino, a veces caen en clichés y estereotipos con tal de acentuar el lado femenino. Un ejemplo de esto es lo que ha hecho Adrienne Shelly, de lo contrario es la película de Jill Sprecher.
Waitress trata los personajes masculinos como ridículos clichés y esto no ayuda a la credibilidad de la historia. Las posturas que la actriz femenina principal (Buen trabajo de Keri Russell/Jenna) va decidiendo en su vida también suenan a cliché. La película ensalza valores que han sido, a menudo, identificados con la psicología femenina: fortaleza, paciencia y practicidad.
Se antoja que el guión quería aprovechar esa hola de feminismo que desde los estudios sociológicos y antropológicos caracteriza el siglo en el que vivimos. Y, como tal, no es de extrañar que el sentido maternal acabe siendo el elemento principal que desenvuelve la sencilla trama que nos proponen. Una solución en la que el hombre no tiene papel, donde el triunfo de la mujer y sus valores es la lógica escapatoria al conjunto del guión.
No es criticable la opción si no fuera porque defiende valores tradicionales y un tanto arquetípicos de lo que es ser mujer. Si no fuera, también, porque se usa y se abusa demasiado de lugares comunes. Ese es el problema.
Aparte de ese problema el guión destila ciertos hallazgos, ciertos momentos que hacen, a veces, que la película levante un tanto el vuelo y pueda dejar un cierto buen sabor en quien la vea. Ciertos hallazgos de guión que resuelven algunas escenas de modo original y brillante dentro de la monotonía general. Algunas frases y personajes que destilan más realismo que la historia principal y en dónde se debería haber encontrado un filón para arreglar un irregular guión.
La ligereza de la cinta hace que se tienda a perdonar sus grandes errores aunque, en el fondo, pueda subyacer una visión tendenciosa de la mujer.
Lo mejor: Algunos toques de guión. Cheryl Hines en su papel de Becky
Lo peor: Un guión muy irregular.
Poco recomendable.
Esta cinta intenta contarnos la vida de una mujer luchadora que se encuentra en la encrucijada de su vida. Tiene que optar entre dos actitudes, una más conservadora, la otra más arriesgada. Las elecciones que va tomando van caracterizando el personaje y su forma de ver la vida.
Hay muchas directoras y guionistas, lo decía el otro día a propósito de la película de Jill Sprecher Thirteen Conversations About One Thing (Vidas Contadas/2.002), que tienden a llevar a las pantallas historias contadas desde la óptica de las mujeres. En un esfuerzo por desterrar el punto de vista masculino, a veces caen en clichés y estereotipos con tal de acentuar el lado femenino. Un ejemplo de esto es lo que ha hecho Adrienne Shelly, de lo contrario es la película de Jill Sprecher.
Waitress trata los personajes masculinos como ridículos clichés y esto no ayuda a la credibilidad de la historia. Las posturas que la actriz femenina principal (Buen trabajo de Keri Russell/Jenna) va decidiendo en su vida también suenan a cliché. La película ensalza valores que han sido, a menudo, identificados con la psicología femenina: fortaleza, paciencia y practicidad.
Se antoja que el guión quería aprovechar esa hola de feminismo que desde los estudios sociológicos y antropológicos caracteriza el siglo en el que vivimos. Y, como tal, no es de extrañar que el sentido maternal acabe siendo el elemento principal que desenvuelve la sencilla trama que nos proponen. Una solución en la que el hombre no tiene papel, donde el triunfo de la mujer y sus valores es la lógica escapatoria al conjunto del guión.
No es criticable la opción si no fuera porque defiende valores tradicionales y un tanto arquetípicos de lo que es ser mujer. Si no fuera, también, porque se usa y se abusa demasiado de lugares comunes. Ese es el problema.
Aparte de ese problema el guión destila ciertos hallazgos, ciertos momentos que hacen, a veces, que la película levante un tanto el vuelo y pueda dejar un cierto buen sabor en quien la vea. Ciertos hallazgos de guión que resuelven algunas escenas de modo original y brillante dentro de la monotonía general. Algunas frases y personajes que destilan más realismo que la historia principal y en dónde se debería haber encontrado un filón para arreglar un irregular guión.
La ligereza de la cinta hace que se tienda a perdonar sus grandes errores aunque, en el fondo, pueda subyacer una visión tendenciosa de la mujer.
Lo mejor: Algunos toques de guión. Cheryl Hines en su papel de Becky
Lo peor: Un guión muy irregular.
Poco recomendable.
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