Título: Everything is illuminated (Todo está iluminado)
Año: 2.005/ 106'/ EE.UU.
Dirección: Liev Schreiber
Guion: Liev Schreiber (novela: Jonathan Safran Foer)
Música: Paul Cantelon
Fotografía: Matthew Libatique
Reparto: Elijah Wood, Eugene Hutz, Boris Leskin
Película partida por la mitad en la que la primera parte tiene un algo Kusturica que entorpece a ratos porque tanto los personajes como el fondo recuerdan y mucho esas historias que todos tenemos en la cabeza, y no se trata de que los personajes o la narración resultan un tanto fallidas, el problema es que no garantiza, en esos primeros minutos una pluma original, una mirada fresca. Ocurre que, técnicamente, la película arranca de forma correcta pero sin ofrecer lo que, en teoría, la película promete que es personalidad.
Muy diferente es la segunda parte, cuando la road movie ya está bien avanzada y olvidamos los momentos más Kusturica para adentrarnos en lo que realmente el director y guionista parecía querernos contar.
Y la verdad es que esta parte levanta la moral de la narración hasta guiarnos por momentos originales, arriesgados y que sí que merecen la pena.
Para empezar, se trata de una mirada diferente sobre el tema de la shoa, tema crucial donde los haya y que ha sido contado infinidad de veces y probablemente queden otras tantas para narrar tanta brutalidad y barbarie en la cuna de una de las Ilustraciones más importantes que Europa ha dado. La mirad de Schreiber nos lleva a trascender la shoa para contar, en forma de parábola una forma de entender la historia y la vida. La verdad es que tampoco hace falta abstrusos análisis porque todo está en el título, es decir, todo está iluminado por los acontecimientos históricos que, de una forma u otra, configuran la realidad que nos rodea y a nosotros mismos que somos parte de ella.
Desconozco si el actor metido a director ha leído a Ortega y Gasset pero, desde luego, lo que su película defiende no está muy lejos de las tesis de este pensador español.
En esa partida que Schreiber juega con la interpretación de la historia sale ganando y mucho porque consigue líneas originales, perspectivas diferentes y un buen desempeño como director y guionista.
Muy buen trabajo de Eugene Hutz frente a un errático Elijah Wood
Lo mejor: La segunda parte
Lo peor: La primera parte
Interesante
Muy diferente es la segunda parte, cuando la road movie ya está bien avanzada y olvidamos los momentos más Kusturica para adentrarnos en lo que realmente el director y guionista parecía querernos contar.
Y la verdad es que esta parte levanta la moral de la narración hasta guiarnos por momentos originales, arriesgados y que sí que merecen la pena.
Para empezar, se trata de una mirada diferente sobre el tema de la shoa, tema crucial donde los haya y que ha sido contado infinidad de veces y probablemente queden otras tantas para narrar tanta brutalidad y barbarie en la cuna de una de las Ilustraciones más importantes que Europa ha dado. La mirad de Schreiber nos lleva a trascender la shoa para contar, en forma de parábola una forma de entender la historia y la vida. La verdad es que tampoco hace falta abstrusos análisis porque todo está en el título, es decir, todo está iluminado por los acontecimientos históricos que, de una forma u otra, configuran la realidad que nos rodea y a nosotros mismos que somos parte de ella.
Desconozco si el actor metido a director ha leído a Ortega y Gasset pero, desde luego, lo que su película defiende no está muy lejos de las tesis de este pensador español.
En esa partida que Schreiber juega con la interpretación de la historia sale ganando y mucho porque consigue líneas originales, perspectivas diferentes y un buen desempeño como director y guionista.
Muy buen trabajo de Eugene Hutz frente a un errático Elijah Wood
Lo mejor: La segunda parte
Lo peor: La primera parte
Interesante
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