Título: Aruitemo, Aruitemo (Caminando)
Año: 2.008/108' /Japón
Dirección: Hirokazu Koreeda
Guión: Hirokazu Koreeda
Música: Gonchichi
Reparto: Abe Hiroshi, Natsukawa Yui, You, Takahashi Kazuya.
Todavía recuerdo con emoción Dare mo shiranai (Nadie Sabe, 2.004). En esta ocasión Koreeda vuelve a conseguir una película hermosa, dura y realista. Por momentos le parece a uno que está viendo alguna película de Ozu, incluso se le reconoce por un sentido del humor parecido.
Las relaciones familiares, en especial entre padres e hijos, son las que animan este cuidadísimo guión que avanza con cautela e inteligencia por ese difícil camino. El cuadro resultante es tal que cualquiera puede sentirse reflejado en aquella frase o en aquel gesto. Por encima de las convenciones de una determinada cultura, lo que hace más grande si cabe esta película es la universalización de los estereotipos que allí se diseñan. Pero sin alardes, sin héroes, sin ganadores ni perdedores es la vida la misma la que parece hablar por la boca de cada personaje.
Además de los pros del guión, no se puede dejar escapar el buen hacer de un reparto que parece hacer lo necesario para que los diálogos crezcan más.
Resultan penetrantes esos planos en los que la cámara, al igual que la mirada de una madre ya anciana, descansa en una esquina de una habitación, pero viéndolo todo, sintiéndolo todo. Existe una gran diferencia entre las huecas pretensiones y lo que Koreeda muestra aquí. Los silencios y las pausas son todo lo naturales que son entre personas que se conocen de toda una vida, que tienen tanto que decirse y tanto que callar.
Se trata de una de esas películas que parecen tan asequibles, tan fáciles y cercanas que tienen su trampa porque esto es lo verdaderamente difícil del cine, quizás es que esto es el cine.
Lo mejor: El guión
Lo peor: Nada es tan malo como para ser destacado aquí.
Muy recomendable
Las relaciones familiares, en especial entre padres e hijos, son las que animan este cuidadísimo guión que avanza con cautela e inteligencia por ese difícil camino. El cuadro resultante es tal que cualquiera puede sentirse reflejado en aquella frase o en aquel gesto. Por encima de las convenciones de una determinada cultura, lo que hace más grande si cabe esta película es la universalización de los estereotipos que allí se diseñan. Pero sin alardes, sin héroes, sin ganadores ni perdedores es la vida la misma la que parece hablar por la boca de cada personaje.
Además de los pros del guión, no se puede dejar escapar el buen hacer de un reparto que parece hacer lo necesario para que los diálogos crezcan más.
Resultan penetrantes esos planos en los que la cámara, al igual que la mirada de una madre ya anciana, descansa en una esquina de una habitación, pero viéndolo todo, sintiéndolo todo. Existe una gran diferencia entre las huecas pretensiones y lo que Koreeda muestra aquí. Los silencios y las pausas son todo lo naturales que son entre personas que se conocen de toda una vida, que tienen tanto que decirse y tanto que callar.
Se trata de una de esas películas que parecen tan asequibles, tan fáciles y cercanas que tienen su trampa porque esto es lo verdaderamente difícil del cine, quizás es que esto es el cine.
Lo mejor: El guión
Lo peor: Nada es tan malo como para ser destacado aquí.
Muy recomendable
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