Año: 2.010/ 103'/ Israel
Dirección: Eran Riklis
Guion: Noah Stollman (Novela: Abraham B. Jehoshua)
Música: Cyril Morin
Fotografía: Rainer Klausmann
Reparto: Mark Ivanir, Reymond Amsalem, Gila Almagor, Rosina Kambus, Guri Alfi, Julian Negulescu, Noah Silver.
En The Syrian Bride, Riklis mostraba la sinrazón de las fronteras en un viaje a ninguna parte en la que todos sufrían y ninguno llegaba.
El viaje del director también nos propone un viaje, en este caso más literal, una road movie que pretende adentrarnos más en los personajes que lo protagonizan que en las circunstancias que los rodean. En toda road movie que se precie debe haber un punto de partida en el que los personajes se enfrentan a una realidad que les lleva a huir y adentrarse en esa escapada hacia delante. En esa carrera, los personajes van cambiando no sólo su percepción sobre el problema sino la dimensión del problema mismo de manera que el viaje acaba convirtiéndose en una catarsis de la que los caracteres resurgen purificados.
Es verdad que algo de todo esto hay, es verdad que en el viaje del Director asistimos a unos primeros momentos interesantes en los que se plantea el problema y la necesidad de huida, pero lo que no acaba de definirse es que el viaje sea ese momento de purificación que los personajes necesitan, por el contrario, parece ponerse el énfasis en buscar explotar una vena humorística poco acertada, la verdad.
Da la sensación de que no se ha tenido la suficiente claridad a la hora de hacer avanzar la película hacia un punto concreto y, en vez de eso, se ha construido un bucle que se cierra sobre sí mismo por falta de capacidad y de distanciamiento con el verdadero problema central. Puestas así las cosas, lo verdaderamente importante termina cuanto menos, aparcado, sino olvidado.
Lo mejor: Los primeros quince minutos.
Lo peor: No se desarrolla adecuadamente
No recomendable
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