Título: Camino
Año: 2.008/ 143'/ España
Dirección: Javier Fesser
Guion: Javier Fesser
Música: Rafa Arnau, Mario Gosálvez
Fotografía: Alex Catalán
Reparto: Nerea Camacho, Carmen Elías, Mariano Venancio, Manuela Vellés, Ana Gracia, Lola Casamayor, Lucas Manzano, Pepe Ocio, Claudia Otero, Jordi Dauder, Emilio Gavira, Miriam Raya, Jan Cornet.
Controvertida y polémica película que se inspira en la vida de Alexia González-Barros y en el drama de su enfermedad. A base de comunicados y contracomunicados, los responsables de la película y la familia de Alexia junto con el Opus se enzarzaron en una discusión que poco o nada, evidentemente, tuvo que ver con el cine.
Cada uno verá a su manera la relación entre el papel que interpreta Nerea Camacho y la verdadera Alexia.
Lo que es evidente es que el guion pretende contar de una manera muy diferente el amor que esta niña vivía por su religión, para ello, el guion se vale de una historia de amor juvenil para imaginarse una serie de equívocos que harán que quienes la rodean se confundan en torno al objeto de su amor; y que más que una historia de fe, se trataba de la vieja historia que mueve el mundo y que ha sido el tema más socorrido de la historia del cine, el amor entre dos seres humanos.
Olvidémonos del Opus y de sus formas tan perversas para algunos, tan loables para ellos, y de Alexia cuya historia no parece encerrar mayores líneas que las de una persona con una terrible y durísima enfermedad que sobrellevó acompañada de los suyos y sus creencias. Perfectamente comprensible aunque no se compartan las mismas.
Lo que vemos en la pantalla es una historia en la que juega un peso importante el papel de alguien que intenta escapar de un ambiente opresivo y excluyente hacia los sueños de libertad. Y esos sueños cumplen un papel fundamental a lo largo de la película. El elemento onírico tan presente en otras películas de Fesser vuelve a jugar aquí un rol destacado siempre como expresión de los dos mundos contrapuestos. Casi como dos fuerzas antagónicas, las creencias de su madre y la forma de educar a sus hijas, se oponen a la libertad de la imaginación y los sentimientos de Camino. Un recurso literario y cinematográfico al que se recurre en exceso y que acaba provocando despistes de la línea principal que mantiene la película.
El guion de Fesser mantiene que el amor es una fuerza que ayuda a sobrellevar los trances más amargos de la vida, la Iglesia, al menos como institución, también. No parecen alejarse demasiado ambas partes en cuanto a eso, del mismo modo que los personajes de la película tampoco lo hacen. La verdadera diferencia, la más radical es que para los creyentes el amor puede dirigirse hacia seres u objetos en los que sólo cabe creer por fe. Para la Camino de la película y quienes no compartan esa visión del mundo, la imagen del amado debe ser alguien mucho más cercano porque no existe posibilidad alguna de comprender el mundo bajo la óptica de un orden preestablecido por ninguna racionalidad. Ese punto de vista es el que lleva al guion a encontrar un objeto de amor diferente en esta trágica historia.
Dos puntos de vista radicalmente diferentes sobre la naturaleza, irreconciliables; de ellas nacen dos racionalidades diferentes, diametralmente opuestas y eso es lo que subyace al planteamiento de Fesser.
Carmen Elías sustenta buena parte de los elogios que esta película pueda tener con una sobrecogedora actuación cargada de oficio y sentimiento, cada una de sus escenas es un regalo.
Nerea Camacho ejecuta también un buen papel.
Es difícil abstraerse de nuestras propias opiniones para juzgar el modo de narrar la película. Esta voraz crítica del Opus y de sus formas, está bien contada aunque peca en exceso del efecto recurrente de contar todo lo que tiene que ver con el Opus de forma fría, oscura, desapasionada y mecánica frente a las escenas brillantes, soleadas y claras del amor de Camino por Jesús y viceversa. Esa machacona y reiterativa idea acaba siendo omnipresente, incluso en la banda sonora.
El mismo exceso del elemento onírico que, insisto, aleja al espectador de la narración porque ahonda en los mismo y no aporta más que el lucimiento del director.
Aún así, a pesar de sus defectos, se consigue una película consistente.
Lo mejor: Carmen Elías
Lo peor: El elemento onírico
Interesante
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