Título: The girl with the dragon tattoo (Millenium: Los hombres que amaban a las mujeres)
Año: 2.011/ 158'/ EE.UU.
Dirección: David Fincher
Guion: Steven Zaillian (Novela: Stieg Larsson)
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Fotografía: Jeff Cronenweth
Reparto: Daniel Craig, Rooney Mara, Christopher Plummer, Stellan Skarsgard, Robin Wright Penn, Steven Berkoff, Yorick van Wageningen, Goran Visnjic, Geraldine James, Joely Richardson, Embeth Davidtz, Alan Dale, Inga Landgré, Mats Andersson, Eva Fritjofson, Donald Sumter, Elodie Yung, Ulf Friberg, Julian Sands, Arly Jover.
La saga sueca dirigida por Oplev era muy floja, pretendiendo aprovecharse de los réditos que supuso la repentina legión de lectores de las novelas de Larsson se hizo una especie de telefilm folletinesco que pretendía contar las vicisitudes de los personajes de las novelas.
El resultado era muy malo y, al igual que en las novelas, la primera parte parecía la más terminada, frente a otras dos entregas de menor interés y de estructura menos interesante.
La apuesta de Fincher es mejor, mucho mejor, lo que ocurre es que tampoco hacía falta demasiado para superar el despropósito de Oplev.
Hacen Fincher y Zaillian una respetuosa adaptación en la que se centran en lo más interesante y dejan caer algunas cosas del original para aligerar la trama. Aún así, hay tanto que ocurre en la novela de Larsson que creo que todavía debería haberse metido más la tijera. Porque lo que está contado parece estarlo a la carrera, a toda prisa, emulando los acordes de la futurista banda sonora de Reznor y Atticus Ross.
Da la sensación de que se ha querido trascender la novela para elaborar un thriller futurista en la que el personaje de Lizbeth fuera el centro. Y lo es estéticamente, con tanto oscuro y tanto negro, pero como thriller fracasa porque las prisas por no extender la película fracturan la historia. Porque el problema es saber si las perspectivas psicológicas de los personajes deben ser contadas con profundidad, o la relación entre los dos personajes principales o los líos entre la familia o centrarse en el thriller. La propuesta de Fincher no es ni una cosa ni la otra ni la de más allá. Es, básicamente, apostar a un tipo de estética.
Pero eso se hace bien, muy bien. La idea de ofrecer una imagen de ese mundo sórdido en el que el personaje de Lizbeth tiene que sobrevivir a su manera, incluso ofreciéndose a los brazos del autismo, está bien narrada visualmente y eso, al fin y al cabo, es de lo que se trata el oficio de director.
Lo mejor: La estética
Lo peor: La edición
Pasable.
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