Título: Ágora
Año: 2.009/126'/ España
Dirección Alejandro Amenábar
Guión: Alejandro Amenábar, Mateo Gil
Música: Dario Marianelli
Reparto: Rachel Weisz, Max, Minghella, Ashraf Barhom, Oscar Isaac
Para mí existe una sucesión de continuidad entre Mar adentro (Amenábar 2.004) y Ágora, en ambos casos parece que Amenábar realiza un alegato en favor de la tolerancia, probablemente, también tenga motivos biográficos para dicha cruzada.
Otra cosa es que en ambos largos consiga el objetivo y cierto es que la sensibilidad, la originalidad y el compromiso de la cinta del 2.004 no se consigue en Ágora.
Empecemos por los problemas: la actriz elegida. No soy aficionado a las actuaciones de Rachel Weisz, y aquí vuelve a ofrecer una interpertación fallida, plana, sin tensión ni credibilidad. Mal, muy mal.
Otro problema grave es el maniqueísmo con el que se tratan los personajes que se acercan a la trama, la división tan extrema entre buenos y malos carece de la comprensión histórica necesaria. No se ha respetado ese distanciamiento histórico y los personajes parecen muy del siglo XXI, el decorado no es congruente con el devenir de los caracteres.
Es cierto que hay rigor histórico en los hechos, al menos tal y como los conocemos, pero ese rigor histórico factual choca con el exceso de imaginación en la figura intelectual Hipatia. No era posible en aquella época, desde el punto de vista conceptual, llegar a imaginar un experimento científico. Las deducciones e intuiciones (varias) a las que llega la Hipatia de Amenábar son un atropello a la historia de la filosofía, incluso dejándola a las puertas mismas del Renacimiento. En este punto sí que se le fue la mano a los guionistas.
Además de la biografía intelectual de Hipatia, sus posturas religiosas a lo largo de la película sorprenden porque sólo existen, que sepamos, ciertos hombres que en el mundo griego sospecharon de la religión y fueron los sofistas, Hipatia era una neoplatónica, muy separada de las tesis sofistas, por tanto.
Las escenas de la vida científica de Hipatia pecan no sólo de poco rigor histórico sino también son aburridas y sin gracia alguna, en parte por la mala interpretación de Weisz.
Existen, sin embargo, destellos del gran Amenábar. Existe su mano en escenas en las que su sensibilidad está presente, pero no logra dotar al film de lo que tienen sus mejores largos, maestría y compromiso.
El peor error del guión, el maniqueísmo, echa por tierra un trabajo técnico que, acompañado de mejores mimbres, tendría otro resultado.
Lo mejor: La intención del guión.
Lo peor: Rachel Weisz, el simplismo con el que la trama despacha asuntos vitales.
No recomendable.
Otra cosa es que en ambos largos consiga el objetivo y cierto es que la sensibilidad, la originalidad y el compromiso de la cinta del 2.004 no se consigue en Ágora.
Empecemos por los problemas: la actriz elegida. No soy aficionado a las actuaciones de Rachel Weisz, y aquí vuelve a ofrecer una interpertación fallida, plana, sin tensión ni credibilidad. Mal, muy mal.
Otro problema grave es el maniqueísmo con el que se tratan los personajes que se acercan a la trama, la división tan extrema entre buenos y malos carece de la comprensión histórica necesaria. No se ha respetado ese distanciamiento histórico y los personajes parecen muy del siglo XXI, el decorado no es congruente con el devenir de los caracteres.
Es cierto que hay rigor histórico en los hechos, al menos tal y como los conocemos, pero ese rigor histórico factual choca con el exceso de imaginación en la figura intelectual Hipatia. No era posible en aquella época, desde el punto de vista conceptual, llegar a imaginar un experimento científico. Las deducciones e intuiciones (varias) a las que llega la Hipatia de Amenábar son un atropello a la historia de la filosofía, incluso dejándola a las puertas mismas del Renacimiento. En este punto sí que se le fue la mano a los guionistas.
Además de la biografía intelectual de Hipatia, sus posturas religiosas a lo largo de la película sorprenden porque sólo existen, que sepamos, ciertos hombres que en el mundo griego sospecharon de la religión y fueron los sofistas, Hipatia era una neoplatónica, muy separada de las tesis sofistas, por tanto.
Las escenas de la vida científica de Hipatia pecan no sólo de poco rigor histórico sino también son aburridas y sin gracia alguna, en parte por la mala interpretación de Weisz.
Existen, sin embargo, destellos del gran Amenábar. Existe su mano en escenas en las que su sensibilidad está presente, pero no logra dotar al film de lo que tienen sus mejores largos, maestría y compromiso.
El peor error del guión, el maniqueísmo, echa por tierra un trabajo técnico que, acompañado de mejores mimbres, tendría otro resultado.
Lo mejor: La intención del guión.
Lo peor: Rachel Weisz, el simplismo con el que la trama despacha asuntos vitales.
No recomendable.
Yo también estoy dentro del grupo de "esos a los que les decepcionó bastante Ágora". Creo que es una película "que podría haber sido", pero... una película con tanto contenido y tanto trasfondo que se resuelve cuando una mujer descubre cómo orbita la tiera... ufffff... pues eso.
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