Título: La Soledad
Año: 2.007/ 133' /España
Dirección: Jaime Rosales
Guión: Jaime Rosales, Enric Rufas
Música: Varios
Reparto: Sonia Almarcha, Petra Martínez, Miriam Correa, Nuria Mencía
No me esperaba demasiado de este largo, pero no tan poco. Comprendo que la intención del autor sea plasmar la rutina de unas vidas normales, como las de la mayoría de los mortales, comprendo que lo que quiso transmitir son las repercusiones que hechos cotidianos o extraordinarios tienen en sus vidas. Comprendo además que el lenguaje narrativo busca la innovación, al igual que los elementos estéticos empleados.
Otra cosa muy diferente es que el resultado se alcance. Para mí no.
Primero porque dejar que la cámara hable a través de encuadres atípicos puede estar bien si es que la cámara habla, pero una ventana o una puerta no ofrecen, normalmente, mayor información sobre lo que ocurre dentro de la habitación más que es una puerta de esa habitación. No me parece mal, es que simplemente no veo ni que sea una innovación, porque ya se ha hecho, ni veo que añada nada a la comprensión del mensaje ni a lo que le rodea.
El elenco de actores, casi en general, transmite sus sentimientos de una forma tan neutra y poco vivida que, y supongo que serán indicaciones del señor director, no suenan a creíbles, suenan a autómatas recitando unas líneas. Carecen de emotividad.
Ese estoicismo que quiere transmitir la cinta se convierte en un bodegón muerto que tampoco transmite lucidez. Se echan en falta sirenas, gritos y llantos que es de lo que se compone la realidad cuando es azotada por el infortunio.
Ese supuesto estoicismo no es justificación para semejante dislate de metraje que no conduce a nada más que al amaneramiento más hueco y estéril.
La crítica española profesional sufre de una indulgencia con nuestro propio cine que ni es necesaria ni le hace un especial favor.
Lo mejor: No se habla demasiado
Lo peor: El resto, con el director a la cabeza.
No recomendable.
Otra cosa muy diferente es que el resultado se alcance. Para mí no.
Primero porque dejar que la cámara hable a través de encuadres atípicos puede estar bien si es que la cámara habla, pero una ventana o una puerta no ofrecen, normalmente, mayor información sobre lo que ocurre dentro de la habitación más que es una puerta de esa habitación. No me parece mal, es que simplemente no veo ni que sea una innovación, porque ya se ha hecho, ni veo que añada nada a la comprensión del mensaje ni a lo que le rodea.
El elenco de actores, casi en general, transmite sus sentimientos de una forma tan neutra y poco vivida que, y supongo que serán indicaciones del señor director, no suenan a creíbles, suenan a autómatas recitando unas líneas. Carecen de emotividad.
Ese estoicismo que quiere transmitir la cinta se convierte en un bodegón muerto que tampoco transmite lucidez. Se echan en falta sirenas, gritos y llantos que es de lo que se compone la realidad cuando es azotada por el infortunio.
Ese supuesto estoicismo no es justificación para semejante dislate de metraje que no conduce a nada más que al amaneramiento más hueco y estéril.
La crítica española profesional sufre de una indulgencia con nuestro propio cine que ni es necesaria ni le hace un especial favor.
Lo mejor: No se habla demasiado
Lo peor: El resto, con el director a la cabeza.
No recomendable.
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