Título: The Invasion of the Body Snatchers (La Invasión de los Ladrones de Cuerpos)
Año: 1.956/ 80' / USA
Dirección: Don Siegel
Guión: Daniel Mainwaring (Relatos: Jack Fenney)
Música: Carmen Dragon
Reparto: Kevin McCarthy, Dana Wynter, Larry Gates, Carolyn Jones
La carrera de Don Siegel está plagada de grandes títulos, pero, sin lugar a dudas éste es uno de los mejores. Además de recordar viejos tiempos, he tenido la posibilidad de disfrutar de esta gran producción que consigue algo que hoy parece habérseles olvidado a los de la industria del cine, una buena película de ciencia ficción.
Y lo que es más sorprendente todavía es admirar la economía de medios del largo. No existe un gran despliegue técnico ni unos efectos especiales espectaculares, lo que hay es un gran guión y unos actores que cumplen con creces lo que se espera de ellos, fantástico Kevin McCarthy.
En ese sentido este largo me ha hecho recordar a otros más recientes en los que el suspense se crea jugando con los propios miedos del espectador pero apostando por suplir un bajo presupuesto con buenas dosis de ingenio, me refiero a The Blair Witch Project (El Proyecto de la Bruja de Blair, 1.999, Myrick y Sánchez).
En este caso el mal proviene de lo más familiar, del entorno más cercano a la víctima y, se puede decir que el enemigo es uno mismo. Parece haber aquí una influencia psicoanalítica muy de moda en la época porque el problema sobreviene en el momento del sueño, es en el transcurso del mismo cuando uno queda abducido por una esencia que le transforma en no humano.
El yo y el ello quedan anulados al despertar del sueño y sólo quedaría el individuo en manos de un superyo que no se puede permitir ningún desliz y que, por tanto, elimina deseos y voliciones para tener al individuo bajo control, qué mayor felicidad para la instancia rectora.
Este guión también preconiza el fin del paradigma racionalista que predominaba en los años 40 y 50 anticipando una defensa de la irracionalidad humana que se hará más manifiesta en la década de los 60.
Lo mejor: El guión, Kevin McCarthy
Lo peor:
Imprescindible.
Y lo que es más sorprendente todavía es admirar la economía de medios del largo. No existe un gran despliegue técnico ni unos efectos especiales espectaculares, lo que hay es un gran guión y unos actores que cumplen con creces lo que se espera de ellos, fantástico Kevin McCarthy.
En ese sentido este largo me ha hecho recordar a otros más recientes en los que el suspense se crea jugando con los propios miedos del espectador pero apostando por suplir un bajo presupuesto con buenas dosis de ingenio, me refiero a The Blair Witch Project (El Proyecto de la Bruja de Blair, 1.999, Myrick y Sánchez).
En este caso el mal proviene de lo más familiar, del entorno más cercano a la víctima y, se puede decir que el enemigo es uno mismo. Parece haber aquí una influencia psicoanalítica muy de moda en la época porque el problema sobreviene en el momento del sueño, es en el transcurso del mismo cuando uno queda abducido por una esencia que le transforma en no humano.
El yo y el ello quedan anulados al despertar del sueño y sólo quedaría el individuo en manos de un superyo que no se puede permitir ningún desliz y que, por tanto, elimina deseos y voliciones para tener al individuo bajo control, qué mayor felicidad para la instancia rectora.
Este guión también preconiza el fin del paradigma racionalista que predominaba en los años 40 y 50 anticipando una defensa de la irracionalidad humana que se hará más manifiesta en la década de los 60.
Lo mejor: El guión, Kevin McCarthy
Lo peor:
Imprescindible.
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