domingo, 8 de agosto de 2010

Micmacs à Tire-Larigot (Micmacs, un Gran Follón)


Título: Micmacs à Tire-Larigot (Micmacs, un Gran Follón)
Dirección: Jean-Pierre Jeunet
Guión: Jean-Pierre Jeunet, Guillaume Laurant
Música: Raphäel Beau
Fotografía: Tetsuo Nagata
Reparto: Dany Boon, Yolande Moreau, Marie-Julie Beaup, Dominique Pinon


El lenguaje de Jeunet es uno de los más originales y de su objetivo han salido ya clásicos como Amélie, 2.001, o Delicatessen 1.991, sin olvidarnos de La Cité des Enfants Perdus (La Ciudad de los Niños Perdidos, 1.995). En esta ocasión se reconoce el sentido estético de Jeunet, ese abigarramiento cercano al surrealismo, personajes de otras épocas marcados por una extrema sensibilidad que les hace ser diferentes de los demás. A menudo sólo son presas en un mundo exento del romanticismo de la cámara de Jeunet, pero acaban imponiendo sus sueños en una realidad que no está para cuentos de hadas. Desde esa perspectiva, sus guiones son un tanto repetitivos porque siempre nos cuentan lo mismo. Personajes sensibles, aniñados, surrealistas, personajes apeterpaniados que abren a codazos una esquina en la dura materialidad para hacerse un hueco, su hueco. De ahí derivan parte de los problemas de este largo, ya lo hemos vista, suena a Amélie por las cuatro costuras, y no lo digo solamente por la estética, me refiero al guión.
El mundo de Jeunet es tremendamente individualista porque el personaje no acaba cambiando el mundo, acaba adaptándolo a sus gustos para que sus sueños tengan cabida. Esto que se hizo de una forma tan primorosa en Amélie, no se consigue con Micmacs. Para empezar Dany Boon no es Dominique Pinon. Este último le va como anillo al día a los guiones de Jeunet algo que Boon no consigue, comenzando por el físico.
La trama está plagada de esos momentos Jeunet con su característico sello pero no es su primera película y por tanto, creo que falta evolución de conceptos y de estilos para que sus películas sean consideradas al igual que fueron las anteriores.
Ni siquiera Jeunet salva la mediocridad del cine francés de las últimas décadas donde sólo algunos pocos títulos merecen la pena.
Lo mejor: Destellos estéticos de Jeunet, Dominique Pinon.
Lo peor: Más de lo mismo
No recomendable.



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