Título: Unthinkable
Año: 2.010/ 97'/ USA
Dirección: Gregor Jordan
Guión: Peter Woodward
Música: Graeme Rewell
Fotografía: Oliver Stapleton
Reparto: Samuel L. Jackson, Michael Sheen, Brandon Routh, Carrie-Anne Moss, Gil Bellows, Stephen Root, Martin Donovan, Necar Zadegan, Yara Sahidi, Sasha Roiz, Benito Martínez
Poderosa película que hay que ir desmenuzando paso a paso para poder contar todo lo bueno y algo no tan bueno que posee este largo. El guión es primoroso porque trata con mucho acierto de un tema fundamental en el ser humano desde que el mundo es mundo, estamos ante una brillante reflexión en torno a si el fin justifica los medios, o dicho de otro modo, qué está dispuesto a hacer el ser humano para conseguir algo terriblemente valioso.
Lo que está en juego en la trama no es tanto si explota una bomba o no, eso es lo accesorio, el envoltorio, lo verdaderamente importante es preguntarnos si una sociedad de derecho lleva hasta sus últimas consecuencias el hecho de autolimitarse por ese sistema o existen, por el contrario, límites para esas propias trabas.
Es un gran acierto por parte de los que firman este trabajo haber dedicado lo justo a la trama de terrorismo, el noventa por ciento del largo es el proceso de interrogatorio en el que están representados diferentes reacciones y posiciones que cabría esperar ante un dilema moral tan extremo como el que este guión plantea. Es allí donde se juega la verdadera partida acercándose a una estructura casi teatral. Los actores juegan, debido a eso, un papel extremadamente importante, existen guiños y muecas que dicen más que miles de otras producciones.
Hipocresía, realismo y practicidad, entereza, desesperación, venganza,... multitud de valores y soluciones recorren la narración de escena en escena alcanzando un clímax que conduce al conjunto del largo a una altura cinematográfica importante, de las más interesantes que he podido ver en meses. El gran culpable de esto es el guionista que ha dado con la clave de uno de los aspectos más interesantes e importantes con los que se enfrenta el mundo hoy en día, pero no es exclusivo de nuestro tiempo, como decía es un tema universal e intemporal porque el meollo se podía colocar tanto en la Alemania del treinta y tres como en la Bosnia de los noventa o en la Ruanda del año noventa y cuatro. ¿Qué somos capaces de hacer no sólo por salvaguardar nuestra sociedad sino por salvar la vida de los que amamos?
Existen dos lecturas acerca de esta tremenda narración, podemos ver el vaso medio vacío y creer que la narración nos pone en alerta sobre los posibles defectos del sistema y que hacen falta más perros, verjas más altas y leyes más duras para proteger la sociedad o podemos ver el vaso medio lleno y creer que aquellas comunidades que se rigen por el imperio de la ley siempre lo harán a pesar de que eso signifique su propio aniquilamiento. Ambas lecturas dependerán de algo más que del estado de ánimo del espectador.
Sorprende que una película de la industria de Hollywood ponga en el mercado una película tan exigente y con mucha más reflexión que acción, ojalá que el ejemplo cunda.
En cuanto a los actores, Samuel L. Jackson encarna con mucho oficio y tablas uno de los papeles más difíciles que he visto últimamente, pasa la prueba con buena nota y dota a su desagradable personaje de una serie de matices que lo enriquecen poderosamente. Mención aparte merece Michael Sheen, su actuación es electrizante y merecedora de premios mayores que la misma película. También merece y mucho la pena ver a Carrie-Anne Moss alejada de su hierática interpretación en Matrix convirtiéndose en una actriz con mayores y mejores registros aunque es la más floja de este trío de protagonistas principales.
Habrá que seguir muy muy de cerca los guiones de Peter Woodward que, siendo más conocido como actor, se ha descolgado con un trabajo impecable.
Lo mejor: El guión
Lo peor: Algunos secundarios
Muy recomendable.
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