Título: Dung che sai duk (Las Cenizas del Tiempo)
Año: 1.994/97'/ Hong Kong
Dirección: Wong Kar-Wai
Guión: Wong Kar-Wai
Música: Frankie Chan
Fotografía: Christopher Doyle
Reparto: Leslie Cheung, Tony Leung Ka Fai, Brigitte Lin Ching-hsia, Tony Leung
Con un reparto estelar de algunos de los grandes del cine de ese país, propone Wong Kar-Wai una película con tintes épicos en la que lo más destacable es la soberbia fotografía de Christopher Doyle y la banda sonora de Frankie Chan amén de las interpretaciones de esta película coral.
Otra cosa es el guión.
Wong Kar-Wai no destaca, en general, por historias típicas. En esta ocasión propone una narración enmarañada y con demasiados aspectos que parecen no acabar de cerrarse de una forma coherente.
Ese es el mayor fallo de una historia en la que se nos abre la narración con aspectos filosóficos como la lucha de contrarios en el universo, su antagonismo y la lucha eterna que se genera entre esos opuestos. Esa guerra de opuestos, ese antagonismo se plasma en las tensiones producidas entre las diferentes parejas y tríos que habitan el guión.
Esos personajes, que como dioses olímpicos caminan el tiempo sin destino y condenados por la propia estructura cósmica, sólo parecen alcanzar la paz mediante el olvido. Interesante y original apuesta que, por desgracia, sucumbe porque los conceptos narrativos y los simbolismos de Wong Kar-Wai son demasiados personales para ser descifradas a la primera. Si a esto le sumamos que los tiempos y los espacios son tratados, también, de una forma peligrosamente personal, nos encontramos con una coctelera en la que hasta los grandes defensores de su cine, salen un tanto despistados.
Por otro lado, la impecable estética de sus coreografías, resuenan demasiado en el cine asiático de los últimos veinte años como para que eso sea suficiente para el asombro y el aplauso.
La película deja un gusto agridulce porque parece que hay mimbres e ideas para realizar un densa y poderosa reflexión en torno a la naturaleza del amor y sus consecuencias para los pobres mortales, pero, por otro lado, el empecinamiento del guionista-director por plasmar su irreductible universo personal llevan al metraje a un redundante onanismo solipsista.
Lo mejor: La fotografía
Lo peor: el guión
Recomendable por la fotografía y el reparto, el resto es prescindible.
Otra cosa es el guión.
Wong Kar-Wai no destaca, en general, por historias típicas. En esta ocasión propone una narración enmarañada y con demasiados aspectos que parecen no acabar de cerrarse de una forma coherente.
Ese es el mayor fallo de una historia en la que se nos abre la narración con aspectos filosóficos como la lucha de contrarios en el universo, su antagonismo y la lucha eterna que se genera entre esos opuestos. Esa guerra de opuestos, ese antagonismo se plasma en las tensiones producidas entre las diferentes parejas y tríos que habitan el guión.
Esos personajes, que como dioses olímpicos caminan el tiempo sin destino y condenados por la propia estructura cósmica, sólo parecen alcanzar la paz mediante el olvido. Interesante y original apuesta que, por desgracia, sucumbe porque los conceptos narrativos y los simbolismos de Wong Kar-Wai son demasiados personales para ser descifradas a la primera. Si a esto le sumamos que los tiempos y los espacios son tratados, también, de una forma peligrosamente personal, nos encontramos con una coctelera en la que hasta los grandes defensores de su cine, salen un tanto despistados.
Por otro lado, la impecable estética de sus coreografías, resuenan demasiado en el cine asiático de los últimos veinte años como para que eso sea suficiente para el asombro y el aplauso.
La película deja un gusto agridulce porque parece que hay mimbres e ideas para realizar un densa y poderosa reflexión en torno a la naturaleza del amor y sus consecuencias para los pobres mortales, pero, por otro lado, el empecinamiento del guionista-director por plasmar su irreductible universo personal llevan al metraje a un redundante onanismo solipsista.
Lo mejor: La fotografía
Lo peor: el guión
Recomendable por la fotografía y el reparto, el resto es prescindible.
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