martes, 13 de abril de 2010

Mutants


Título: Mutants
Año: 2.009/95'/ Francia
Dirección: David Morlet
Guión: David Morlet, Louis-Paul Desanges
Fotografía: Nicolas Massart
Música: Gregoire Couzinier
Reparto: Hélène de Fougerolles, Francis Renaud, Dida Diafat, Marie-Sohna Conde

Si yo hubiera realizado esta película y hubiera regresado de una isla desierta en la que he vivido los años anteriores y me proyectasen I am a Legend (Soy Leyenda, Francis Lawrence, 2.007), me volvería a marchar a la isla desierta.
Yo reconozco que la culpa es mía, por ser aficionado al cine de este género. Sé que en los últimos años, no he visto nada ni siquiera decente que echarme a la boca, con la excepción de REC (Balagueró y Plaza, 2.007), 28 Days Later (Danny Boyle, 2.002) y El Orfanato (Bayona 2.007). La diferencia entre esas producciones y las otras que he visto es abismal.
Mutants produce sonrojo. Y ya no es tan siquiera que la película protagonizada por Will Smith sea mejor en todos los aspectos y, sospechosamente, muy parecida; es que Mutants no ofrece nada, absolutamente nada.
Una dirección mala, unos actores, con Fougerolles a la cabeza, que naufragan una y otra vez hasta la derrota final. Una historia plana, absurda y que se queda en unos cuantos gritos y unos cuantos sustos. Además, lo que tiene más inri, es que se disfrace todo con un pseudo romance que nos brinda el peor momento del metraje y con visos suficientes para enviar a los responsables de la banda sonora a otra isla desierta, a ser posible, sin agua potable.
Hacer una película requiere inteligencia y trabajo, no basta sólo con lo que estos señores y señoras nos proponen, un repaso por los mismos sitios y caminos trillados, con las mismas triquiñuelas y los mismos clichés, casi con idénticos maquillajes.
Una cosa hay que reconocerle al film, el departamento de producción de baba sanguilonenta ha realizado a la perfección su trabajo. Al igual que la secretaría técnica de sangre que ha estado a un nivel alto.
Igual podemos salvar algo, los guionistas no se han andado mucho por las ramas y, conscientes de sus propias limitaciones, nos ofrecen un concierto sinfónico de gritos y gruñidos de 95 minutos. Daría algo por ver el guión. Un par de líneas deben ser suficientes.
Por lo demás, más de lo mismo. La sensación de que el cine francés está sumido en una crisis sin precedentes desde hace unos años. La sensación de que los guionistas buenos se han ido de vacaciones al Caribe con lo que han ganado en las décadas anteriores, o se han muerto.
La sensación de que debo prometerme no volver a ver ninguna película de éste calado al menos hasta la próxima.
Lo mejor: Nada
Lo peor: El resto
Infumable.



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