Título: No Sos Vos, Soy Yo
Año: 2.004/90' Argentina
Dirección: Juan Taraturo
Guión: Juan Taratuto & Cecilia Dopazo
Música: Diego Grimblat
Fotografía: Marcelo Iaccarino
Reparto: Diego Peretti, Soledad Villamil, Cecilia Dopazo, Hernán Jiménez
Esta cinta de Taraturo logra momentos de verdadera comedia, especiales son aquellas en las que Marcos Mundstock realiza un buen trabajo en el rol de un analista recordándonos sus actuaciones inigualables con los Luthiers.
Hay muchas cosas que recuerdan a las buenas películas argentinas de los ochenta con deliciosos guiones. Eso es lo bueno y lo malo de este largo, para empezar, el personaje principal está lo suficientemente bien construido para mantener la tensión a lo largo del metraje. Otra cosa es su originalidad, desprende un cierto aroma a Woody Allen, unas ciertas maneras de torpe empedernido carne de psicoanalista que resuenan en la memoria.
Soledad Villamil en el papel de su mujer no alcanza una interpretación tan redonda como la oscarizada El Secreto de sus Ojos, 2.009 Campanella, en la de Taraturo existen algunas escenas en las que no está altura. Hay que decir en su descarga que el guión guarda las peores líneas para ella y existen dos o tres escenas que el montador debiera hacer desaparecer.
Se hace largo el film por la previsibilidad que encierra todo el asunto. Los cambios psicológicos a los que se enfrentan los personajes, además de intuidos con demasiada facilidad, no tienen causas suficientes para ser interpretados, algo que hay que manejar muy bien en estructuras narrativas como ésta.
Encuentro, sin embargo, que los secundarios están mejor trazados y hacen mucho más soportable este metraje que, con mejor guión y una pizca de originalidad, hubiera alcanzado mayores cotas.
En el haber del film juega la mejor idea que posee el guión, el hecho de que los paraísos perdidos no existen, y los milagros tampoco; la defensa de la cotidianeidad y de ciertas formas socráticas de búsqueda de la propia naturaleza es lo más aprovechable de la historia.
Lo mejor: Marcos Mundstock
Lo peor: Falta de originalidad
Interesante
Hay muchas cosas que recuerdan a las buenas películas argentinas de los ochenta con deliciosos guiones. Eso es lo bueno y lo malo de este largo, para empezar, el personaje principal está lo suficientemente bien construido para mantener la tensión a lo largo del metraje. Otra cosa es su originalidad, desprende un cierto aroma a Woody Allen, unas ciertas maneras de torpe empedernido carne de psicoanalista que resuenan en la memoria.
Soledad Villamil en el papel de su mujer no alcanza una interpretación tan redonda como la oscarizada El Secreto de sus Ojos, 2.009 Campanella, en la de Taraturo existen algunas escenas en las que no está altura. Hay que decir en su descarga que el guión guarda las peores líneas para ella y existen dos o tres escenas que el montador debiera hacer desaparecer.
Se hace largo el film por la previsibilidad que encierra todo el asunto. Los cambios psicológicos a los que se enfrentan los personajes, además de intuidos con demasiada facilidad, no tienen causas suficientes para ser interpretados, algo que hay que manejar muy bien en estructuras narrativas como ésta.
Encuentro, sin embargo, que los secundarios están mejor trazados y hacen mucho más soportable este metraje que, con mejor guión y una pizca de originalidad, hubiera alcanzado mayores cotas.
En el haber del film juega la mejor idea que posee el guión, el hecho de que los paraísos perdidos no existen, y los milagros tampoco; la defensa de la cotidianeidad y de ciertas formas socráticas de búsqueda de la propia naturaleza es lo más aprovechable de la historia.
Lo mejor: Marcos Mundstock
Lo peor: Falta de originalidad
Interesante
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