jueves, 15 de diciembre de 2011

Splice


Título: Splice
Año: 2.009/ 104'/ Canadá
Director: Vincenzo Natali
Guion: Vincezo Natali, Antoinette Terry Bryant, Doug Taylor
Música: Cyrille Aufort
Fotografía: Tetsuo Nagata
Reparto: Adrien Brody, Sarah Polley, Brandon McGibbon, David Hewlett, Abigail Chu, Delphine Chanéac, Amanda Brugel, Stephanie Baird


Desde sus inicios he seguido con admiración a Vincenzo Natali, incluso en sus fiascos ha demostrado personalidad e interés a la hora de contar sus historias. Esas historias siempre tienen un interés más allá de lo que se cuenta, siempre está en juego algo muy importante más allá de lo que sucede en la pantalla. La naturaleza del universo, en Cube 97, la identidad, en Cypher 2002, o la ontología misma en Nothing  2003.
En este caso creo que estamos ante otro desliz de Natali en el que no deja de ser cierto que nos sitúan ante una mirada hacia otro tema trascendental como la relación entre el ser humano y la ciencia. Es cierto que casi es un pretexto para contar una historia que hasta podría haberla filmado el Almodóvar de los últimos tiempos con esos amores imposibles y retorcidos hasta más no poder, pero también lo es que al hilo de la narración, la moral y la ética están muy presentes en el desarrollo del guion.
De premisas interesantes, el guion va naufragando hasta conseguir hacer méritos para casi caer en lo peor en lo que puede caer una película de este tipo, la previsibilidad.
No es malo recrear viejos mitos ya muy manidos, no tiene nada de malo, lo que no es interesante es no decir nada nuevo sobre el mismo y eso es lo que se consigue con esta revisión psicoanalítica de Frankenstein. Por mucho que se adorne de explicaciones y porqués genetistas, no es menos cierto que de lo que se trata aquí es de la construcción de un nuevo ser.
Los añadidos, como digo, psicoanalíticos estropean el guion porque no acaba de profundizar en lo que realmente interesaba de los primeros minutos, en cambio, nos adentra en un triángulo amoroso estrambótico pero recorrido que nos lleva a la previsibilidad y al aburrimiento en la última media hora que sólo aguantamos para constatar que teníamos razón.
Las actuaciones tampoco me han parecido de lo mejor, Adrien Brody está correcto pero no sobresaliente y de Sarah Polley no podemos decir más que no ha dado con la tecla del personaje. No veo ni la fuerza ni la locura por ningún lado.
Es una pena porque la originalidad y las buenas intenciones se echan a perder muy fácilmente.
Esperemos pronto al mejor Natali.

Lo mejor: Los primeros quince minutos
Lo peor: La última media hora.
No recomendable.
 

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