jueves, 28 de marzo de 2013

House of sand and fog (Casa de arena y niebla)

Título: House of sand and fog (Casa de arena y niebla)
Año: 2.003/ 126'/ EE.UU.
Dirección: Vadim Perelman
Guion: Vadim Perelman, Shawn Lawrence Otto, (novela: Andre Dubus III)
Música: James Horner
Fotografía: Roger Deakins
Reparto: Jennifer Connelly, Ben Kingsley, Shorheh Aghdashloo, Ron Eldard, Frances Fisher, Jonathan Ahdout, Kim Dickens, Navi Rawat

La mejor interpretación que recuerdo de Ben Kingsley se ve acompañada de la siempre fiable actuación de Jennifer Connelly que aporta un sentido roto y desesperado a su personaje. Kingsley ofrece una clase magistral de cómo dar vida a un personaje a partir de pequeños gestos y miradas.
La grandeza de ambos actores se ve acompañada de una densa historia donde sobresalen dos elementos por encima del resto, su sensibilidad y su sentido del drama.
Espectacular en esas lides, se percibe el drama casi desde las primeras escenas y, a partir, no se hace más que escalar en esa montaña de tensión que explota en su mejor momento.
Pero, por el medio, casi desapercibido, se deja ver y sentir una cámara que tiene tanta importancia o más que el mejor de los actores.
Como pasa en las grandes películas, en House of sand and fog, la anécdota se extiende más allá de sus dominios para establecer algún tipo de reflexión que tiene cariz universal. En este caso nos enfrentamos a personajes que convergen en solo plano; como si la geometría impusiera sus leyes, cada papel se ve impelido por una fuerza más allá de su voluntad a converger en un espacio y en un tiempo que supondrá un giro fatal y definitivo a sus existencias. 
Esa especie de ley natural se va desarrollando con naturalidad, con la necesidad que los gestos de los personajes le imprimen a su voluntad. Lo que se ofrece al espectador es una tautología, un axioma: cuando las cosas deben suceder de una manera, terminan sucediendo, una sucesión en cadena de malas decisiones, de malos gestos, de malas palabras, llevan, inexorablemente, al fin necesario y único. Un bicondicional que no deja una sola causa al azar, ni un sólo efecto.
Como una luna atrapada por su tierra, cada personaje desarrolla con la pulcritud de una fórmula matemática el papel que le toca dentro de un drama que ya está proyectado en la pantalla de la niebla, ya está escrito en el libro de la arena.

Lo mejor: Ben Kingsley
Lo peor:
Buena



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