martes, 26 de abril de 2011

Sügisball (Baile de otoño)


Título: Sügisball (Baile de otoño)
Año: 2.007/123'/ Estonia
Dirección: Veiko Ounpuu
Guion: Veiko Ounpuu
Música: Ülo Krigul
Fotografía: Mart Taniel
Reparto: Rain Tolk, Taavi Eelmaa, Juhan Ulfsak, Sulevi Peltola, Tiina Tauraite, Maarja Jakobson, Mirtel Phola, Iris Persson, Paul Laasik, Laine Mägi, Katariina Lauk, Liina Tennosaar, Viire Valdma, Ivo Uukiivi, Raivo E. Tamm
Que el amor es tan indescifrable como algunos de los nombres estonios del reparto es un secreto a voces, y por eso se hacen películas como ésta, para dar un punto de vista o realizar un análisis sobre la naturaleza del mismo.
La visión de Veiko Ounpuu puede no compartirse pero nadie puede negar que su cinta tiene dos cosas cuanto menos, originalidad y reflexión.
El director propone, a base de cortas historias que se entrelazan, un alegato difícil de digerir pero muy bien contada. Su punto de vista es transgresor y, a veces, provocador pero con evidentes aciertos.
El amor no existe, al menos el amor ideal. Ese es el punto de partida en el que parece situarse cada uno de los personajes de estas historias. Todos han fracasado, están solos, no saben acercarse al otro para expresar sus sentimientos, se ahogan en ríos de alcohol por no haber tenido éxito en el asunto, así de crudo es el arranque.
Para colmo, cuando parece haber química entre dos personajes, las diferencias de expectativas sociales o de nivel cultural lo tiran todo por la borda. 
Todo ello está narrado por una poderosa mirada que mezcla los momentos de máxima tensión con un fino humor negro, radical y grosero. Este es el mayor acierto del guion.
Los personajes recorren o literalmente corren caminos grises y oscuros mientras que, cargados con las botellas que han de beber, no saben si se alejan o se acercan a la felicidad. No saben porque desconocen qué es la felicidad, probablemente, aunque la tengan delante la dejarían pasar.
Esa caracterización del ser humano puede sonar un tanto existencial y por tanto, no demasiado original, pero no cabe duda de que no ha perdido vigencia. Además, insisto, la forma que se elige para la narración es un acierto.
Existe un universo simbólico muy claro que merece la pena ser deleitado, se ve mucho más que se oye, y en esas flores marchitas que se recogen adivinamos el consuelo de Ounpuu, no nos queda más que recoger nuestros pedazos esparcidos por el suelo y juntarlos con los de otra persona que, al menos, nos soporte, eso es lo que llaman amor, eso es lo que queda después de la borrachera cuando el sol vuelve a salir.
Por eso hay que ajusticiar a los que nos han hecho creer que podríamos tener felicidad, esos que hacen comedias románticas y nos hacen carnalizar la idea de que el amor, con mayúsculas y fuegos de colores, existe. 
Lo mejor: El guion y su mezcla de géneros
Lo peor: Hay bajones de ritmo hacia la mitad de la narración
Recomendable e interesante.


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