domingo, 5 de agosto de 2012

Jodaeiye Nader az Simin (Nader y Simin, una separación)

Título: Jodaeiye Nader az Simin (Nader y Simin, una separación)
Año: 2.011/ 123'/ Irán
Director: Asghar Farhadi
Guion: Asghar Farhadi
Música: Sattar Oraki
Fotografía: Mahmoud Kalari
Reparto: Peyman Moaadi, Leila Hatami, Sareh Bayat, Shahab Hosseini, Sarina Farhadi, Kimia Hosseini, Babak Karimi, Ali-Asghar Shahbazi, Shirin Yazdanbakhsh

Es imperativo seguir la pista de las películas premiadas y seleccionadas con el premio de la Academia de cine estadounidense a las películas de habla no inglesa, no defraudan. Además suele ser un ejemplo, como en este caso, de que con poco dinero se puede hacer mucho en esto del cine. Asghar Farhadi ejecuta una película muy bien trazada en la que existe un verdadero encaje de bolillos para decir lo que se quiere decir pero sin molestar demasiado, no vaya a ser.
Dos sociedades que conviven en un mismo país, separados por tantos prejuicios religiosos como ignorancia se retratan con maestría y sensibilidad. Hay demasiado en esta producción como para querer atraparlo en algunas frases; las mujeres, siempre la situación de las mujeres cuando hablamos de cómo la sinrazón religiosa atenaza esa formidable fuerza motora, no nos olvidemos que en nuestras sociedades hemos sufrido esa estupidez no hace demasiado tiempo. El papel de la religión dentro de una sociedad no debe escaparse del ámbito privado y cuando lo hace sufrimos la confusión casi de cualquier esfera con lo religioso, la ley, la educación, la política e incluso la sexualidad se ven dañadas por esa confusión de esferas que ojalá pronto desparezca de cualquier país.
Hay aquí un pequeño lunar en la película, se abarca mucho, se quiere decir mucho y, a pesar del metraje, da la sensación de que queda mucho todavía por decir.
Utilizar la anécdota como vehículo para transmitir el gran mensaje de la película es sin duda un gran acierto, más, si cabe, porque el costumbrismo de la cámara y de la historia nos llevan a donde quieren sin aparente esfuerzo. La película ofrece concomitancias con las mejores películas rumanas de los últimos años, aquellas en las que casi en broma casi en serio, podemos escudriñar lo más íntimo de un país sin apenas aspavientos.
El trabajo de los actores es sobresaliente, excelso en algunos casos, un ejemplo de cómo dar vida a papeles tan complicados con una cordura exquisita.
Lo mejor de todo es que en medio de las peculiaridades propias de esta película casi cualquiera en cualquier lugar puede verse retratado con leves diferencias.
Un gran ejemplo para cines tan llorones de otras latitudes.

Lo mejor: El guion
Lo peor: El metraje podría verse acortado.
Muy recomendable


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