sábado, 31 de marzo de 2012

Mones com la Becky (Monos como Becky)


Título: Mones com la Becky (Monos como Becky)
Año: 1.999/ 93'/ España
Dirección Joaquim Jordá, Nuria Villazán
Guion: Joaquim Jordá, Nuria Villazán
Fotografía: Carles Gusi
Documental

He tenido la oportunidad de escuchar a Roman Gubern explicando los entresijos de este documental y es una oportunidad de oro para poder entender y comprender los porqués del mismo. De esa manera podemos desentrañar hasta las partes más oscuras de este atípico documental.
El director, miembro de la Escuela de Barcelona, se había planteado un proyecto que consistía en un documental sobre la figura del premio Nobel portugués Antonio Egas Moniz, intentó conseguir financiación del ministerio portugués, pero debido a la voraz crítica con la que planteaba la figura, no consiguió el apoyo. Egas Moniz ha pasado a la historia por ser uno de los pioneros e impulsores del uso del proceso de lobotomización en pacientes aquejados de enfermedades psiquiátricas. Jordá se proponía criticar ese uso indiscriminado que acababa convirtiendo a los pacientes así estigmatizados en zombies vivientes carentes de procesos inherentes al ser humano.
Después de este primer intento, Joaquim Jordá sufre una enfermedad muy atípica, agnosia, derivada de un ictus que padece y, tras su recuperación, debe comenzar un proceso de reaprendizaje. Es en ese momento en el que se replantea el proyecto Moniz.
Jordá, en este documental, pretende llevar a cabo dos tareas; por un lado denunciar de un modo muy parecido a cómo lo hacían los intelectuales de izquierda franceses de los setenta, como Foucault, que en el origen y en la construcción social de los valores y consideraciones acerca de los pacientes psiquiátricos existen injerencias de prejuicios de clase y una falta absoluta de consideración con los mismos.
El segundo aspecto, más novedoso para el profesor Gubern, es que el propio director se analiza a sí mismo como paciente psiquiátrico en una suerte de autoanálisis y comprensión de sus circunstancias.
Es evidente que los resultados del documental se consiguen, especialmente el primero porque a base de una fuerte carga irónica se pone sobre la mesa que en la práctica clínica del médico portugués, el paciente ocupa un lugar secundario y que lo que se pretendía es rebajar la carga que el mismo suponía para la sociedad. Estos son los mejores momentos del documental.
Bajo el segundo aspecto, es evidente que se pretende plasmar que los enfermos aquejados de este tipo de síndromes poseen capacidades para poder pensar y disfrutar como seres humanos, dichas capacidades parecen extinguirse se se les aplican las técnicas de la lobotomización.
El documental, como intento de denuncia, funciona porque los objetivos se cumplen claramente. Desde un punto de vista formal hay un cierto desaliño y un recurso a lenguajes cinematográficos caducos que empobrece la narración en algunos momentos. Da la sensación de no haber sido muy exigentes en la mesa de edición, pero, insisto, los objetivos se cumplen porque eso es lo que persigue el documental, denunciar y mostrar.

Lo mejor: Demostrar de una manera muy nietzscheana que en la construcción de valores hay cargas ideológicas
Lo peor: Los lenguajes cinematográficos son obsoletos.
Interesante.





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