miércoles, 7 de septiembre de 2011

Requiem for a dream (Réquiem por un sueño)


Título: Requiem for a dream (Réquiem por un sueño)
Año: 2.000/ 102'/ EE.UU.
Dirección: Darren Aronofsky
Guion: Darren Aronofsky, Hubert Selby, (novela de Hubert Selby)
Música: Clint Mansell
Fotografía: Matthew Libatique
Reparto: Jared Leto, Jennifer Connelly, Ellen Burstyn, Marlon Wayans, Christopher McDonald, Louise Lasser, Marcia Jean Kurtz, Janet Sarno, Suzanne Shepherd, Dylan Baker, Keith David, Peter Maloney.

Desde que he visto Pi: Faith in Chaos, 98, Aronofsky, he seguido la pista de este hoy conocido director porque las maneras de Pi apuntaban muy alto. Era aquella una película densa, filosófica y con una estética tremendamente personal. De la producción de Aronofsky me había quedado descolgada Requiem for a Dream y ayer tuve la oportunidad de verla. El impacto fue instantáneo porque me pareció todavía mejor, todavía más personal y estéticamente más novedosa que Pi.
Lo que resulta impresionante es la actuación de los actores. De la pareja protagonista principal, Jared Leto y Jennifer Connelly no recuerdo grandiosas actuaciones a pesar de que ambos son buenos actores, pero de ambos recuerdo importantes gatillazos. Sin embargo la actuación de todo el elenco con ellos a la cabeza es absolutamente gigantesca. Mención aparte merece también Ellen Burstyn con un papel durísimo y muy complicado del que sale con nota muy alta.
Tengo la sensación, que no la certeza, de que el buen hacer de los actores tiene que ver con dos cosas, un sólido guion y una dirección de actores fuera de serie.
En cuanto a la historia no rebosa originalidad. Película dura y oscura sobre el mundo de las drogas y sus consecuencias. Quizás tenga un punto de originalidad la crudeza con la que se seleccionan las escenas para contarnos la narración, pero como se ha demostrado millones de veces, no hay que ser original en el tema para conseguir originalidad en el cine.
Lo que es cautivante del estilo de Aronofsky es el poder de sus imágenes tan impactantes. La selección de las escenas en las secuencias significa un alto grado de conceptualización fílmica. La linealidad a la hora de narrar no tiene nada de malo, pero la forma en la que el director secuencia qué cuenta y cómo lo cuenta convierte su narración en algo diferente, fresco y poderoso, muy poderoso.
El elemento onírico, tan presente en las historias de Aronofsky, vuelve a cumplir un papel estelar acercándonos a la parodia social del estilo de Magnolia, 99, Thomas Anderson o Happiness, Solondz, 98. 
En todo caso la carnalidad de la narración consigue algo con lo que muchos soñaron que es hacer arte partiendo de elementos que difícilmente se pueden clasificar como tales. 
No puedo dejar de mencionar lo que de esta película tiene de desmitificación de los ideales, de un sueño, quizás el americano, roto por una especie de sentimiento peterpaniano que doblega las voluntades hasta dejarlas hechas guiñapos.
La banda sonora hace magia con las imágenes.
Sencillamente espectacular.

Lo mejor: Aronofsky y su cámara. Su dirección de actores. Ellen Burstyn
Lo peor:
Imprescindible

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