miércoles, 4 de agosto de 2010

Kûki ningyô. Air Doll. (Muñeca de Aire)


Titulo: Kûki ningyô. Air Doll. (Muñeca de Aire)
Año: 2.009/125'/ Japón
Dirección: Hirokazu Koreeda
Guión: Hirokazu Koreeda (Historia: Yoshiie Goda)
Música: World's End Girlfriend
Fotografía: Pin Bing Lee
Reparto: Arata, Du-na Bae, Sumiko Fuji, Itsuji Itao

Nadie a estas alturas va a descubrir a Hirokazu Koreeda y si no lo ha hecho debe ver lo antes posible, After Life (Wandafuru Raifu, 1.998), Nobody Knows (Dare Mo Shiranai, 2.004) y Still Walking (Aruitemo, Aruitemo, 2.008). Air Doll, su última película, es, a pesar de las sombras que contiene, un ejercicio de sensibilidad que demuestra el buenhacer de este director y la calidad de sus guiones.
Digo sombras porque las hay, especialmente hacia el final del largo, en el momento en el que se deben resolver las líneas argumentales, allí hay alguna indecisión y, sobre todo, un declive de una historia que en su primera hora larga sobresale.
La historia es un desarrollo clarividente de la anécdota de una historia que no sale de la pluma del director. En ese arranque veo muchas de las cosas que están en el Koreeda que admiro; sensibilidad, clase, maestría con la cámara, originalidad, ritmo...
La historia, a pesar de su minimalismo narrativo y de medios, se mete en terrenos duros de roer al ofrecer una reflexión en torno al concepto de identidad y a la naturaleza del amor. Se arranca con una solución al tema de lo que significa ser humano, es tener alma, y eso es lo que hace que la protagonista de la película cobre vida para su propio regocijo, sin embargo, lo que se presupone que debe traer su felicidad, acaba convirtiéndose en una sucesión de problemas. Y he aquí los mejores momentos del film. Aquellos en los que queda evidente que la heroína sólo es un pretexto para poder realizar una reflexión de mayor hondura sobre los azarosos personajes que la cámara pone de lante del objetivo, personajes que sólo con cuatro pinceladas quedan sublimente personificados. Un mundo.
Ese mundo es el que conocerá Nozomi (estupenda Du-na Bae) y la acabará convirtiendo en humana. Los seres anónimos que sufren porque tienen alma se convierten en metrónomos de los sentimientos que Nozoi va desarrollando dentro del aliento que puebla sus paredes de goma.
Hay momentos en los que me recordó a Blade Runner y a la lucha de los androides por sobrevivir y por conocer a su creador, en este caso, Nozomi no elige la violencia, decide aceptar su sino y convertirse en un ser que padece y siente.
Como dije al principio, la resolución de los conflictos, después del clímax, no sigue los caminos tan impresionantes que los minutos anteriores. En medio de la tragedia que se masca desde el inicio del largo existe un desenlace exento de grandeza aunque tampoco arruina la producción.
Casi para terminar es necesario dejar constancia de los momentos tan deliciosos de comedia que Koreeda nos regala, suficientes por sí solos como para merecer la pena este viaje.
La cuidadísima banda sonora es otra cosa a la que se le debe parte de la culpa de la exquisita sensibilidad que posee este largo.
Lo mejor: Du-na Bae y Koreeda
Lo peor: Los últimos quince minutos.
Recomendable



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